martes, 29 de marzo de 2016

UNA MIRADA DIFERENTE AL PARQUE DE CASTRELOS (VIGO)





Hay días en los que no apetece leer. Aquí os dejo un reportaje fotográfico que hice el año pasado. Aviso para navegantes: todavía soy un grandísimo mediocre en lo que respecta a sacar y editar fotos. Pero creo que ya sólo por "el modelo" merecen la pena.



Los marqueses de Alcedo donaron su pazo al pueblo de Vigo y se le dedicó al marqués un busto en agradecimiento, situado en los aledaños de la casa hoy reabierta como Museo. Lo que se cuenta por la ciudad es que el noble puso en testamento a su esposa toda la enorme finca, pero con una condición: que no se casara con otro, porque entonces tendría que donar el enorme pazo a los vigueses y viguesas. Ella prefirió rehacer su vida.




Sequoia sempervivens, suroeste de EEUU










Esto es lo que le ocurre a un árbol cuando no tiene drenaje para sus raíces. La tendencia es intentar asfaltarlo todo, aunque esto constituya la muerte de cualquier suelo, sepultado bajo la carretera. Si estuviese en el medio de la rotonda, quizás tendría los nutrientes necesarios para no secarse, pero quisieron darle ese honor a una fuente. Sólo hay que ver la diferencia entre este árbol y el que vimos en la anterior fotografía, para ver la importancia que tienen los nutrientes y la hidratación en la vida de un árbol.





Haya de hojas púrpuras




  Haya de hojas verdes




En los alrededores de la casa señorial hay tres jardines: uno español, otro inglés y el francés que tenemos aquí, con su clásico laberinto de setos.



Paseo de 25 escudos. A su derecha podemos ver tímidamente el jardín  español, antes con sus arcos recubiertos de rosas, ahora se han vuelto a plantar y están descubiertos.







                                     Flores del paraíso



sábado, 26 de marzo de 2016

PELIGRO



Sube al coche. Lleva una mochila a cuestas.
-Vamos, sube.
-Voy- contesta Rubén mientras piensa en otra cosa. Se ha dejado el móvil atrás. Mete las manos en los bolsillos y no es capaz de recordar lo que falta.
Aceleran. La carretera se extiende a su paso como una alfombra. Hay árboles a ambos lados de la acera, medio muertos. Nadie juega en la calle. Y el conductor, que ya no peina canas porque hace unos meses se ha quedado calvo, comienza a contar una historia:
- Antes jugábamos ahí, y allí -señalando con el dedo- ahora es asfalto, antes era tierra y pasaba una furgoneta cada veinte minutos. Entonces recogíamos las porterías, dos piedras y dos bolsas. Su dueño saludaba al pasar, con la mano libre. Todos le devolvíamos el saludo.
Un día, esos árboles torcidos de la izquierda fueron la portería donde reté a Marco, el portero suplente del equipo de la ciudad en aquella época. 





Por aquel entonces esto era un parque y nos lo encontramos llorando. Ninguno entendía qué estaba haciendo, pero yo llevaba una vieja camiseta con su nombre y le pedí que me la firmara. Él, consciente de que en esta vida poco o nada se consigue sin esfuerzo, no me lo concedió como favor sino como reto: sólo si conseguía meterle un gol pintaría algún "Marco" sobre el azul. Era de penalti y tenía una oportunidad, nada más. A 20 pasos (lo más cortos que pude) coloqué la bola, él dio el visto bueno con su pulgar y empecé a coger carrerilla muerto de miedo. No recuerdo la cara de Marco esperando mi tiro, sólo sé que ya no lloraba. Y casi me vuelvo loco, porque al acercarme a la bola pensaba en todos los disparos que podrían darme el triunfo y los que no, y a la vez tenía la camiseta con su firma y tenía todo y no tenía nada. Los rayos de Sol me cegaban: era una cuestión de fe. Decidí apostar por el palo izquierdo, Marco se tiró como un gato pero no evitó el gol. Se me acercó y me dijo: ahora que he perdido contra un chavalín, quizás debería retirarme. Yo había ganado, pero no me firmó la camiseta. Le pregunté por qué antes lloraba, sentado en el banco más oxidado del parque. Me contestó, simplemente: porque no existo. Y se fue. No le volvimos a ver.

-¿Te entristeció perder su firma?- preguntó Rubén, atrapado en las garras de una historia que parecía tan inconclusa.
-No- contestó el viejo- porque lo último que vi de él fueron sus pies descalzos. Había dejado allí los zapatos. Aunque me quedaban grandes, jugué al fútbol con ellos durante meses. Luego rompieron y me dio mucha pena. Los enterré bajo el árbol. Hoy la hierba es cemento y no puedo bajar a por lo que queda de ellos. Antes jugábamos en la calle - y miró a Rubén- antes jugábamos.



 -¿Cuánto?
- Todo el día.
-¿No ibais a clase?
- A veces. Volvíamos a casa con la caída del sol. Si alguien sangraba, le llevábamos a la fuente. Tampoco está ahora, porque ya tenemos agua en casa, supongo. Pero a mí me gustaba esa fuente.
-Estás nostálgico.- constató Rubén.
- Al llegar a cierta edad, eres la nostalgia. ¿Sabes lo que te quiero decir? Ahora los niños están sobreprotegidos. Pillan un resfriado en cuanto empieza a llover. Antes destrozábamos los pies saltando charcos. Todo estaba tan helado que no nos cogía el frío. El abrigo te hace débil. La culpa es de los padres, unos pasan de sus hijos, otros temen tanto por ellos, están tan encima que no les dejan pensar. Un niño debe tener la cabeza despejada. Nos preocupamos tanto que tenemos un único futuro llamado agobio. A los 15 años, hipocondríacos.
-Ya hemos llegado- dijo Rubén, y era cierto. Cogió su mochila, abrió la puerta despacio porque siempre le decían que tuviera cuidado con ella.
-Hasta luego, mira a los dos lados al cruzar, y llámame cuando termines- fue lo último que dijo el viejo.


  


TODAS LAS FOTOS SACADAS DE LA PÁGINA PHOTOPIN

1-
photo credit: <a href="http://www.flickr.com/photos/48289187@N00/26095941555">#13 in 52 Under Control!</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/">(license)</a>

2-
photo credit: <a href="http://www.flickr.com/photos/50830796@N04/25466473381">Springtime in the far North  (Explored)</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/">(license)</a>

3-
photo credit: <a href="http://www.flickr.com/photos/135038033@N06/25158861042">Balón</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/">(license)</a>


CRÍTICA DE DEADPOOL (por Deadpool)


                                                                    
                                                               Película: Deadpool
                                                               Dirigida por: Tim Miller
                                                               Duración: 106 minutos
                                                               Puntuación: 7,25>>> 10

                                                                      
(ruido de katanas, mucha sangre -que es muy roja-, escenario levemente iluminado, un cuerpo inerte sobre la silla y frente al ordenador, alguien con un traje también rojo ríe a su lado)


DEADPOOL: Bueeno, ya está. Joder cómo chorrea este cabrón, las cataratas del Niágara en miniatura. ¿Quieres llevártelo a tu casa, para decorar? Lo vendo por cinco euros y un vale de descuento en el Bar Nenas. No sé lo que le haría a quien me consiga un vale de descuento de esos. En fin, sangra mejor de lo que escribe, porque llevaba como media hora para buscar en Filmaffinity cuánto dura la película y bajarse un par de fotos mías, a saber para qué... desde luego el fulano se pasa por el escroto los derechos de autor. Y se cree un puto genio como para decir si una película es buena o mala. Él lo critica todo, pero a él, ¿quién lo critica?

                    
                                          


Aquí tenemos al gran Lou Reed. Pues os juro que este seudoperiodista sin título se debe creer un puto genio al nivel de Lou, o algo así. Reed compuso canciones acojonantes sobre su mierda. En cambio, el susodicho, llamado Enrique, sólo puede hablar de la de los demás. Quería escribir una parida sobre que si mi película es plana, que si la trama no se cuánto y los chistes no hacen gracia... Hagámosle probar su propia medicina. Así que, después de cambiar la patada en el ojete de 7 que me había dado por el 10 que merezco, voy a escribir una crítica a la película (si es que puede llamarse película) que tiene colgada en You Tube la vieja mamona que antes se escondía bajo el estúpido nombre de Letras Negras sobre Ruido Blanco. Para acompañar... ¿unas chimichangas?



                                         

Los dos tenemos peli, pero él ¿cuántos videojuegos con su nombre? Su única relación con la industria videojueguil es pasarse 100 veces el Ratchet and Clank como un adolescente pajillero.




Éste es su grupo favorito, My Bloody Valentine. Son tan feos que no salen ni en las portadas de sus propios discos. Y lo digo yo, que parezco el resultado del sexo sin amor entre un serrucho y una nuez gigante con grumos. En fin, aquí está su intento de película. Se llama "Diario de Tomasito". Él suele poner en negrita los nombres de las obras sobre las que habla, pero la consideración de arte se le queda muy grande a esta mierda, en serio. Miradla (con una bolsa al lado, o el baño cerca, porque se os va a voltear el intestino grueso), y luego ya leéis abajo mi crítica. Nos vemos ahora abortos fallidos.




¿Película?: Diario de Tomasito.
Director: Enrique Martínez (o eso dice él, quizás un mono amaestrado)
Actores: ¿Alguien sabe actuar?
Puntuación: 0


JJAJAJAJAJAJJAA ¡163 visitas en Youtube! ¡Hay gameplays de mi ***** en almíbar* con diez veces más! ¿Pagarán por eso? Ya sabemos por qué daba tan mala nota a mi película, el jodido envidioso.

Empezamos bien. Ni el puto título saben poner. Éstos iban a Santiago para las clases, ¿o para el París- Dakar? Joder, lo raro es que no les hayan echado de la facultad.

Esto sí que es rodar escenas de acción y no la mierda de Christopher Nolan en Batman Begins. Seguro que a la hora de grabar Origen tomó muy en cuenta esta legendaria obra... o más bien al revés, porque esto no es más que un intento de Memento que no llegó ni para un meme, la versión porno está mejor rodada. Es lo más horrendo que han visto mis ojos, y eso que Lobezno me enseñó el culo.

¡Pero si se refleja la puta cámara en la puerta! ¿Cómo pueden ser tan mongolos? ¿Cuántas tomas hay que hacer para grabar esta mierda? Si Charlie Chaplin se levantara de su tumba y viera este engendro cinematográfico, se le caerían los ojos y escaparían rodando por el suelo.

Oooh, canción sensiblera. Lástima que el único instrumento que saben tocar sea su zambomba, y que no hayan tenido la gentileza de borrar la risa de jilguero tartamudo. Tomasito recupera la memoria: a mí ya está doliéndome el tiempo que tardaré en olvidar esta bazofia.

¡Oh, joder! Se han superado! Ahora no sólo vemos reflejada la cámara, también al gilipollas de Enrique ahí con cara de empanado. En fin, esto ya no es cine de serie B, ni Z, esto es The Room 2... Pero no os preocupéis, esta ameba anoréxica ya no respira jeje
Saludos de vuestro superhéroe no heroico favorito.  



*¿es con ll o con y? ¿l doble, no? ¡Entonces he puesto bien los asteriscos, madafakas!




   

¡Ssssshhh!

Captan mi atención (normalmente dispersa). Toda esa gente que grita en busca del silencio. Estás tan tranquilo, en una conferencia, una clase, lo que sea. Atiendes más o menos. Se escucha un ruido de fondo. Dicho ruido es algo así (léase mi anterior entrada) como una bestia que de repente crece, y se hace insoportable. En ese momento, a veces mucho antes, se suman los "ssssssshhh", y entonces la orgía sonora está asegurada. Unos hablan, otros mandan callar, tienen algo en común: todos hacen ruido. Como si lo que los ponentes están diciendo pasara de repente a un segundo plano y comenzara una lucha entre "fans" y "haters".

A los que miran distraídos la hora en su móvil, hablan con algún disimulo y se retuercen en la silla, los entiendo: la charla o clase en cuestión no les importará un carajo. Pues que no vayan, se preguntará alguien. Quizás les obliguen o quizás sean de esta gente que se aburre esté donde esté y haga lo que haga, lo cual obviamente es muchísimo peor.

Pero, ¿y los que mandan callar durante toda una hora, cuando en el primer minuto se pudieron dar cuenta de que esto no causa efecto alguno? ¿Qué se supone que quieren conseguir? A mí, personalmente, los sssh me parecen jodidamente molestos, como el "zumbido" de una mosca... (no más de un taco por frase, por favor).

Aunque lo peor de todo, lo que me ha motivado a redactar este artículo, es comprobar cómo mucha de esta gente que manda callar a gritos, también habla. ¿?

En otras palabras, cuando no hacen ruido hablando, lo hacen al molestarse de que los demás hagan lo mismo. Jaja. Esto me está quedando muy coloquial, pero en fin: ¿qué piensan acaso, que cuando charlan ellos no molesta? Supongo que sus propios pedos les olerán muy bien a esta gente. Odio su forma de actuar, pero tranquilos y tranquilas, si también habéis sufrido lo mismo, porque tengo la solución. Daré una conferencia llamada "por qué la gente es tan maleducada en las conferencias", su hipocresía es tal que vendrán todos. Y dios mío, será sublime. Imaginaos lo que podría conseguir con 200 personas que poco callan y mucho mandan callar, encerradas en un auditorio. Daría una conferencia lenta y plomiza, un tostón vamos, arrastrando las pa-la-bras, repitiendo al menos una vez cada leettrrrra. Infinito, sádico, mortal. Ahogados en sus propios silbidos y gritos, sin poder entender nada, odiando a tantos y perdiéndose a sí mismos, sssssshucumbirían al fin.


                                                                            (silencio)

viernes, 18 de marzo de 2016

25 años de terror





Disco: Spiderland
Grupo: Slint
Fecha: 27 de Marzo de 1991
Duración: 39:34
Estilo: Post-rock
Puntuación disco: 9


La vida de una mosca dura tres semanas, y nos parece insignificante, pero existen grupos que habiéndonos dejado poco más de una hora de música se sienten decisivos, absolutos. Los estadounidenses Slint (Louisville, Kentucky) publicaron un primer disco cuyas canciones llevan el nombre de sus mamis y papis y del perro del batería, para después componer otro donde se alejaron tanto del mundo que crearon uno propio: hablamos de Spiderland, éste es el mundo, éste es el disco, y el 27 de marzo de 2016 ambos están de celebración, pues cumplen un cuarto de siglo, o cinco lustros, o 25 años: en fin, al menos un millón de angustiosas caladas sobre el vacío.

Cuando salió, nadie entendió el disco de las arañas, sus verdaderas influencias tan difíciles de rastrear -como si hubiesen dado un salto de genio y locura-,  su gestación por unos púberes, muchos de ellos sin edad para beber. Desde luego, esto no es un compás de 3/4.  Salieron de la escena hardcore, y nadie supo a dónde fueron después, hasta que se acuñó la etiqueta post-rock, en un intento vano de encerrar su sonido, que es único y sobrepasa toda definición por palabras, es decir: hay que escucharlo para comprender. Nada tiene que ver esto con lo que hicieron Tortoise o Mogwai. Más que nada porque da miedo. A mí Spiderland me parece música de terror, estamos en la mansión del conde Drácula buscando pasadizos para escapar y de repente: ¡pum! Un golpe, un grito (precisemos: un chillido), sangre, monstruosidad, colmillos que muerden. Y luego el silencio. Pero no quiero ahogarme en más párrafos farragosos, que comenzaron con una mosca y podrían llevarnos sabe Dios dónde pero terminan aquí.

Lo que haré hoy es escuchar de nuevo las seis canciones de este disco maldito -el siguiente paso de Slint fue separarse- y comentar las imágenes que me vengan a la mente. Por cierto, antes de que se me olvide, la portada es cojonuda.



Breadcrumb Trail 

En lo inextricable del bosque, en lo eterno de la soledad, mi coche de segunda mano se ha quedado sin energías. La única construcción cercana es una pequeña torre que ahora veo. Camino hacia ella siguiendo un raíl de cenizas extrañas. Su puerta se abre sin hacer ruido, pero por ella han pasado las personas y los años, así que al cerrarse la madera cruje como mil bestias. No hay nadie en el umbral, sólo unas escaleras de caracol que parecen interminables. Al fondo diviso alguna luz, abajo, procede de una pequeña lámpara. Sobre la mesa está tendido un muerto y alguien se mueve alrededor.

Nosferatu Man


Llego abajo, al último peldaño de la escalera. Me mira directamente a los ojos un hombre canoso y encorvado. Una parte de su cuerpo es pálida a la luz, la otra está en completa oscuridad. Sin dejar de vigilar de reojo su trabajo, el viejo se acerca. Y me grita, y me grita. Tiene un destornillador en la mano, camina con pasos torpes. ¿Qué quieres? ¿Qué haces en mi torre? ¿Buscas algo? Nada, le contesto. Y me sonríe: si no buscaras nada no estarías aquí. Tengo que decirle la verdad. Mi coche se había quedado sin combustible en medio del bosque y a lo lejos se veía este extraño edificio. He entrado para preguntar cómo conseguir gasolina o refugio. Esto está perdido entre una infinidad de árboles y de lobos y me he quedado seco. 

Don, Aman

Ciertamente, es una pena, contestó el viejo. ¿Tú sabes qué es esto? Me preguntó, bastante serio. Parecía un cadáver, sin duda lo era, así que le contesté: no, no tengo ni idea. Si usted no sabe dónde puedo parar a repostar, mejor me iré y ya mañana cuando amanezca llamaré por teléfono y pensaré algo. El jorobado tenía una vena en la cabeza y se le estaba hinchando. Yo di el primer paso hacia atrás, sin volverme. Él bebió de un vaso verde, salían de él pequeñas llamaradas. Tranquilízate, tranquilízate amigo. Eso dijo y daba un sorbo entre cada palabra, luego concluyó: de todos modos no vas a salir de aquí. Bebe. Luego no necesitarás gasolina ni necesitarás nada.

Washer

Me parece una buena oferta, señor, pero se me ha hecho tarde. Di otro paso. Él ya no me miraba a mí, sino al cuerpo. ¡Es un muerto, esto es un muerto! -gritó- ¿Acaso no lo sabes, coño? Enfurecido, agarró otro vaso, ahora rojo (los había de todos los colores, sobre una estantería) y abrió la boca del cadáver introduciendo el secreto brebaje bajo sus muelas. Y añadió a ese acto: puedes empezar a correr. 

For Dinner


 Las piernas no me responden, como si fueran de otro. Y el dueño de la mansión sonríe tanto que el techo comienza a deshacerse. Alguien (o algo, o nada) ha clavado mis pies al suelo y están sangrando. Pero no siento dolor todavía. Sólo miedo. El monstruo ha despertado, digo monstruo porque ahora es enorme, intento arrancar los clavos pero ninguno de mis flácidos brazos consigue moverlos un milímetro. El ser se acerca y abre su boca, que es de mi tamaño y luego es la torre y luego el bosque, en cuanto me toca los músculos se desgarran y los huesos parten como si fueran cerámica, y ahora sí, ahora duele. La oscuridad es absoluta y yo soy un fango reptando en el interior del monstruo, en plena oscuridad, mas no silencio, porque aún escucho al viejo, que exclama: ¡sabías demasiado! ¡pensabas demasiado! ¡habías dado demasiadas vueltas y llegaste aquí y tenías que morir! Ahora serás un nuevo experimento...

Good Morning

Despierto y no hay clavos, ni torre, ni siquiera un árbol o alguna planta; sólo los informes que me había pedido el Jefe, sobre la mesilla. Y me alegro, la verdad: ya no veo tan malos sus gritos, ni el crepitar de las máquinas, ni siquiera el infinito etiquetado de cosas infinitas, que de no terminarse pueden terminar conmigo; así que me intento levantar para ir al trabajo, pero al final el viejo tenía razón y ya es tarde.  Siento húmeda la frente, allí llevo mi mano y ahora es roja. No puede ser pero así es, y aquí está el monstruo de la torre que creí haber despistado en sueños. Lo último que veo es una garra y el reflejo del Sol en ella. Así morí en el sueño del que no despiertas.

miércoles, 16 de marzo de 2016

CIELO NEGRO

No consigo ver estrellas en el cielo, ninguna. Porque es un cielo negro, de alquitrán, y un par de tímidas luces jamás lograrán atravesarlo. Camino por calles que parecen vacías, pero están llenas de ruido, él  me atraviesa pero no sé dónde está: sólo va y viene, como un latido.

Desciendo con cuidado las escaleras de la catedral. De pequeño, amaba bajar aquí, solo, esperando la lluvia, hasta que un día aprendí la ubicación exacta de columnas, ventanas, estatuas, todos los ladrillos uno a uno.

Otro día quedé ciego. Pero dentro de mí retumba, vivo y triunfante, cada grano de polvo de la Catedral de Santiago. Hoy puedo oler los charcos, las botas de la gente, las paredes milenarias, y puedo recordarla tal y como estaba.


*Dedicado a Jorge Luis Borges y James Joyce, que acabaron de escribir su revolucionaria obra estando ya completamente ciegos, sin poder ver nada más que su desorbitado ingenio, recuerdos y fantasías.

martes, 15 de marzo de 2016

NIEVE EN ZARAGOZA

Aunque no seamos conscientes de ello, contamos historias constantemente -es inevitable- en la sucesión de nuestros actos. Ahora simplemente voy a dejar una por escrito.
Entre ayer y hoy, sin saber muy bien por qué ni para qué, he pasado un día a solas en Zaragoza, ciudad que para mí es laberinto porque nunca antes la había visitado.
Buscaba un milagro.
Lo dificultó el hecho de llegar física y mentalmente regular, así que durante la noche no hice nada reseñable: buscar una pensión, acostarme y dormir. Desperté a las diez, soñé hasta las doce y me levantaron a la una dos golpes en la puerta. Desayuné y comí en el mismo sitio (la cafetería de la pensión) y de una sola vez.
Mi intención era pasear un poco, ver la catedral, perderme por ahí, pero empezó a llover y eso me ató a la silla.
Leí todos los periódicos, los regionales celebraban -alguno incluso en primera plana- las victorias de Toni Abadía y Cristina Espejo en sus categorías respectivas del campeonato de España de Campo a través celebrado este fin de semana en Calatayud.
El Mundo hablaba de una manifestación taurina a la que asistieron 50.000 personas. Coincidencias de la vida, un diario cuyo nombre no recuerdo relataba otra reunión también taurina, a la que sólo fueron 10.000 personas, y se celebró el mismo día en el mismo sitio. El Periodismo es una carrera de letras.
De repente, comenzó a nevar. Diez años que no cae una así en Zaragoza, dijo el camarero. Yo pensé: vaya cosa, más tiempo hace que no gana 1-2 el Madrid a las Palmas marcando Casemiro en los últimos cinco minutos; y aunque la mitad de las páginas del Marca traten sobre ese equipo, pasará casi una eternidad hasta que vuelva a leer de nuevo en ellas la crónica de este partido, a menos que todo (presente, pasado, futuro, posible, imposible) esté sucediendo a la vez, de forma simultánea, como creen los dioses.
La gente se agolpa en la puerta para fotografiar el lento, perezoso caer de la nieve.
Al final, pasé todo el día en el bar.


 

La cuestión es que allí había un tipo, pegado a la barra por la fuerza gravitatoria de un par de cervezas, que cada quince minutos gritaba: "¡va a cuajar, ya va a cuajar seguro!" O mejor dicho gruñía, porque tenía las cuerdas vocales rotas y sus palabras sonaban como el eco de una sierra cortando metal. Miraba a los presentes con los ojos iluminados, sintiendo esa fraternidad que une a los espectadores de un suceso extraordinario: sí, mientras que para mí sólo nevaba, él veía un pequeño milagro en cada copo, supongo que al ser blancos (como la camiseta del CAS, o la de la selección gallega) encierran todos los colores y lo que uno quiera ver en ellos. 

En fin, ¿qué sentido tiene maravillarse por un fenómeno meteorológico? La cuestión es que al fulano le hacía mucha ilusión. Cuando se marchó, arrastrando la pata de palo, todavía gritaba: "¡ahora, ahora va a cuajar!" Al final salí, para coger el tren. No había cuajado una puta mierda. Pero yo había perdido y él ganado: vivió algo sobrenatural. Para mí, fue un día insustancial en el que no ocurrió nada, él recordará  esto como un tótem mientras sus pies caminen sobre la tierra.
A veces te esfuerzas meses, años, y luego nada. Yo pienso que los milagros no existen, ¡qué cojones!, claro que no existen, pero paradójicamente necesito creer en ellos, así que me vendría bien tener cerca, en lugar de esa voz que me culpa y me castiga, al viejo pirata, y que cuando escriba, corra o entregue mi alma a cualquier cosa, grite: " ¡que va a cuajar! ¡está a punto de ocurrir el milagro!" Aunque luego, obviamente, no sea cierto.
Entonces pienso: si ya tengo algo parecido, sólo que no les había hecho caso, de puro escepticismo.
Toda esa gente que me apoya pase lo que pase, y sigue depositando en mí su confianza sin sentido aparente, como mi madre, que siempre encuentra una excusa cuando pierdo: que si eran mayores, que si había estado enfermo, que si era muy larga la prueba, que si era corta, que si había barro, o curvas, o cuestas, o era jodidamente llano el circuito. Y yo, en vez de agradecérselo, me enfadaba con ella.
Querría volver a ser uno de esos niños que construyen por décima vez el castillo de arena que nueve veces han tumbado las olas.
Así que, en conclusión, esto va por todos mis compañeros, y los compañeros de todos, hombres y mujeres que no hayan cedido al realismo. Seguid creyendo en milagros, por los que ya no podemos. Os necesitamos.