viernes, 18 de marzo de 2016

25 años de terror





Disco: Spiderland
Grupo: Slint
Fecha: 27 de Marzo de 1991
Duración: 39:34
Estilo: Post-rock
Puntuación disco: 9


La vida de una mosca dura tres semanas, y nos parece insignificante, pero existen grupos que habiéndonos dejado poco más de una hora de música se sienten decisivos, absolutos. Los estadounidenses Slint (Louisville, Kentucky) publicaron un primer disco cuyas canciones llevan el nombre de sus mamis y papis y del perro del batería, para después componer otro donde se alejaron tanto del mundo que crearon uno propio: hablamos de Spiderland, éste es el mundo, éste es el disco, y el 27 de marzo de 2016 ambos están de celebración, pues cumplen un cuarto de siglo, o cinco lustros, o 25 años: en fin, al menos un millón de angustiosas caladas sobre el vacío.

Cuando salió, nadie entendió el disco de las arañas, sus verdaderas influencias tan difíciles de rastrear -como si hubiesen dado un salto de genio y locura-,  su gestación por unos púberes, muchos de ellos sin edad para beber. Desde luego, esto no es un compás de 3/4.  Salieron de la escena hardcore, y nadie supo a dónde fueron después, hasta que se acuñó la etiqueta post-rock, en un intento vano de encerrar su sonido, que es único y sobrepasa toda definición por palabras, es decir: hay que escucharlo para comprender. Nada tiene que ver esto con lo que hicieron Tortoise o Mogwai. Más que nada porque da miedo. A mí Spiderland me parece música de terror, estamos en la mansión del conde Drácula buscando pasadizos para escapar y de repente: ¡pum! Un golpe, un grito (precisemos: un chillido), sangre, monstruosidad, colmillos que muerden. Y luego el silencio. Pero no quiero ahogarme en más párrafos farragosos, que comenzaron con una mosca y podrían llevarnos sabe Dios dónde pero terminan aquí.

Lo que haré hoy es escuchar de nuevo las seis canciones de este disco maldito -el siguiente paso de Slint fue separarse- y comentar las imágenes que me vengan a la mente. Por cierto, antes de que se me olvide, la portada es cojonuda.



Breadcrumb Trail 

En lo inextricable del bosque, en lo eterno de la soledad, mi coche de segunda mano se ha quedado sin energías. La única construcción cercana es una pequeña torre que ahora veo. Camino hacia ella siguiendo un raíl de cenizas extrañas. Su puerta se abre sin hacer ruido, pero por ella han pasado las personas y los años, así que al cerrarse la madera cruje como mil bestias. No hay nadie en el umbral, sólo unas escaleras de caracol que parecen interminables. Al fondo diviso alguna luz, abajo, procede de una pequeña lámpara. Sobre la mesa está tendido un muerto y alguien se mueve alrededor.

Nosferatu Man


Llego abajo, al último peldaño de la escalera. Me mira directamente a los ojos un hombre canoso y encorvado. Una parte de su cuerpo es pálida a la luz, la otra está en completa oscuridad. Sin dejar de vigilar de reojo su trabajo, el viejo se acerca. Y me grita, y me grita. Tiene un destornillador en la mano, camina con pasos torpes. ¿Qué quieres? ¿Qué haces en mi torre? ¿Buscas algo? Nada, le contesto. Y me sonríe: si no buscaras nada no estarías aquí. Tengo que decirle la verdad. Mi coche se había quedado sin combustible en medio del bosque y a lo lejos se veía este extraño edificio. He entrado para preguntar cómo conseguir gasolina o refugio. Esto está perdido entre una infinidad de árboles y de lobos y me he quedado seco. 

Don, Aman

Ciertamente, es una pena, contestó el viejo. ¿Tú sabes qué es esto? Me preguntó, bastante serio. Parecía un cadáver, sin duda lo era, así que le contesté: no, no tengo ni idea. Si usted no sabe dónde puedo parar a repostar, mejor me iré y ya mañana cuando amanezca llamaré por teléfono y pensaré algo. El jorobado tenía una vena en la cabeza y se le estaba hinchando. Yo di el primer paso hacia atrás, sin volverme. Él bebió de un vaso verde, salían de él pequeñas llamaradas. Tranquilízate, tranquilízate amigo. Eso dijo y daba un sorbo entre cada palabra, luego concluyó: de todos modos no vas a salir de aquí. Bebe. Luego no necesitarás gasolina ni necesitarás nada.

Washer

Me parece una buena oferta, señor, pero se me ha hecho tarde. Di otro paso. Él ya no me miraba a mí, sino al cuerpo. ¡Es un muerto, esto es un muerto! -gritó- ¿Acaso no lo sabes, coño? Enfurecido, agarró otro vaso, ahora rojo (los había de todos los colores, sobre una estantería) y abrió la boca del cadáver introduciendo el secreto brebaje bajo sus muelas. Y añadió a ese acto: puedes empezar a correr. 

For Dinner


 Las piernas no me responden, como si fueran de otro. Y el dueño de la mansión sonríe tanto que el techo comienza a deshacerse. Alguien (o algo, o nada) ha clavado mis pies al suelo y están sangrando. Pero no siento dolor todavía. Sólo miedo. El monstruo ha despertado, digo monstruo porque ahora es enorme, intento arrancar los clavos pero ninguno de mis flácidos brazos consigue moverlos un milímetro. El ser se acerca y abre su boca, que es de mi tamaño y luego es la torre y luego el bosque, en cuanto me toca los músculos se desgarran y los huesos parten como si fueran cerámica, y ahora sí, ahora duele. La oscuridad es absoluta y yo soy un fango reptando en el interior del monstruo, en plena oscuridad, mas no silencio, porque aún escucho al viejo, que exclama: ¡sabías demasiado! ¡pensabas demasiado! ¡habías dado demasiadas vueltas y llegaste aquí y tenías que morir! Ahora serás un nuevo experimento...

Good Morning

Despierto y no hay clavos, ni torre, ni siquiera un árbol o alguna planta; sólo los informes que me había pedido el Jefe, sobre la mesilla. Y me alegro, la verdad: ya no veo tan malos sus gritos, ni el crepitar de las máquinas, ni siquiera el infinito etiquetado de cosas infinitas, que de no terminarse pueden terminar conmigo; así que me intento levantar para ir al trabajo, pero al final el viejo tenía razón y ya es tarde.  Siento húmeda la frente, allí llevo mi mano y ahora es roja. No puede ser pero así es, y aquí está el monstruo de la torre que creí haber despistado en sueños. Lo último que veo es una garra y el reflejo del Sol en ella. Así morí en el sueño del que no despiertas.

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