martes, 13 de marzo de 2018

Testigo de cargo


Película
Título: Testigo de cargo
Título original: Witness for the Prosecution
Director: Billy Wilder
Año: 1957
Duración:114 minutos

Uno no debería escribir sobre una película mucho después de verla, puesto que la memoria es limitada, pero tampoco justo después, ya que necesitamos algo de reposo para valorar las cosas en su justa medida. 

Finaliza Testigo de cargo con su espectador bastante satisfecho, diálogos frescos, ese toque enternecedor tan Wilder (el protagonista quiere lanzar al mercado batidoras que separan la clara de la yema), la agradable mezcla entre drama y comedia, un sentido del entretenimiento que sigue funcionando 50 años después, etcétera.

Después de una aclaración tan necesaria como que esta cinta, basada en una obra de teatro de Agatha Christie, funciona a las mil maravillas como entretenimiento, y es perfecta en ese plano, parece exagerado definirla como una obra maestra del cine con mayúsculas, puesto que son dos horas que pasan volando pero nuestra vida continúa exactamente igual, como si hubiésemos dedicado ese tiempo a cualquier otra dulzura, ya fuera una conversación agradable o un paseo por el parque. 

Las comparaciones son odiosas con otro drama judicial del mismo año, 12 hombres sin piedad, que supera a la cinta de Wilder no solo por su simplicidad tan pura (una docena de personas encerradas juntas), sino porque resulta un trampolín a la reflexión.

 En cambio, los diálogos de Testigo de cargo son también inteligentes, pero se vacían en sí mismos, no llevan a nada más que a tristezas o alegrías momentáneas. No se me ocurre cómo podrían cambiar la concepción de alguien sobre cualquier cosa.

El protagonista aquí, un exitoso abogado interpretado por Charles Laughton, es uno de esos extraños seres, como el doctor House, que hacen tan bien su trabajo como para situarse por encima del bien y del mal, así que nadie parece odiarle pese a su forma de actuar, que en condiciones normales terminaría en una piedra directa a su cabeza y bailaré sobre tu tumba.

Del mismo modo, parece que para mucha gente algunos iconos del cine, como pueden ser este director, o unos hermanos Marx que en la realidad no superan comparación con obras más recientes y nada ensalzadas del estilo de Aterriza como Puedas, estén por encima del bien o del mal. Pero creo que, siendo honestos, son tan claras las virtudes, razones de su espectacular éxito, como sus limitaciones.

Wilder logró una tragicomedia eterna sobre un hombre sospechoso de asesinar a una anciana, una obra que pasarán más años y conseguirá siempre lo que se propone, divertir, pero aún a pesar de algunas escenas memorables, me ha durado lo que dura, después a otra cosa sin efectos secundarios. Cuando el final de la película definitiva será, en realidad, un nuevo comienzo.

De todos modos, resulta otra obra notable que añadir a una larga lista, entre ellas la romántica El Apartamento o la periodística Primera Plana.


NOTA: 8


martes, 27 de febrero de 2018

El Maquinista


Película
Título: El Maquinista

Duración: 141 minutos
Año: 2004
Director: Brad Anderson

Sin entrar en demasiados detalles, considero a El Maquinista como una de las películas en las que mejor se ha retratado la paranoia. 

Pero para empezar, unas definiciones. Llamo inteligencia al adaptarse a algo. Por ejemplo, inteligencia social sería saber tratar con los demás, entendiendo sus motivaciones, necesidades y forma de comportarse. Así, se acompasa lo propio con lo ajeno y terminan por lograrse los fines de unos y otros sin tropiezos ni grandes disputas. 

El político más idiota será el que nos lleve a la guerra, civil o internacional. No ya solo por las obvias (y gigantescas) pérdidas que conllevan, sino por ese rancio todos contra todos, todos chocando y restándose entre sí en vez de sumarse.

 De igual modo, en el plano artístico denominaría inteligencia a la capacidad de moverse como pez en el agua entre lienzos, componiendo líneas de texto o interpretando, como si fuese el violín una extensión de uno, tanto de sus brazos como de su alma.



Tráiler de la película

Y a pesar de la estupidez, considero que el contrario geométrico, perfecto, de la inteligencia se encuentra solo en la demencia más estricta. Porque un tonto es poco listo, pero siempre algo. También se defiende y utiliza sus recursos,  solo que tiene pocos. 

Un loco, en cambio, es pirómano de sí mismo, anti-intuitivo y anti-inteligente. Tirará sus virtudes por la borda hasta que no le queden más que defectos. Uno está en mala posición, otro corre desbocado y marcha atrás.

 Siempre existirán diferencias entre el mundo que percibe una persona y el que advierten las demás. De hecho, ahí descansa la tragedia de lo humano. Ser increíblemente avanzados con respecto a un simio o una mota de polvo; pero nunca definitivos, como puente a medio camino entre la nulidad y lo que solo somos quienes de soñar. Aptos para la sabiduría, incapaces de alcanzar la verdadera, solo ésta fragmentaria y a dura penas que tengo, aprendiendo unas cosas mientras se olvidan otras.

El ser humano es como aquel atleta que queda segundo por unas centésimas en la gran final, y solo son centésimas las que le separan de la gloria, pero son, y cuanto más se piensan más grandes se vuelven, recordemos la paradoja de Aquiles y la tortuga.

Infinitas centésimas que significan el SÍ y el NO, la victoria y la derrota para toda la eternidad. Y pierde más el segundo corredor que quien alcanzó la línea de meta de penúltimo, cuando ya se habían marchado todos y nadie miraba, los que colaboraron repartiendo aguas o el simple decorado.

 En suma, lo humano resiste como puede, chapoteando en un lodazal de imperfección y miopía, y cuando su divergencia con respecto a lo verdadero alcanza cotas máximas llegamos a la esquizofrenia.

El protagonista de esta cinta, protagonizado por un Christian Bale soberbio y decrépito, vive en la penumbra, y solo podemos entender su existencia a partir de dos senderos que se bifurcan, cada vez más contradictorios entre sí: lo que él vive y lo que los demás le ven vivir. 

Así que su cuerpo malgastado y enfermo no le supone un problema, y está confuso, muy confuso, tanto que por el momento solo sabe culpar de su propio desconcierto a las conspiraciones de otros. Uno, mientras discurren los minutos de la película, lo intuye. Temes que su protagonista llegue al borde del precipicio, y entendiendo peñascos por nubarrones y nubarrones por peñascos, siga caminando. 

Mientras que quien sufre su propia desgracia asegura estar bien, el espectador la sufre toda la cinta, porque, a la manera de un cuadro cubista, admira superpuestas la realidad que ocurre, la que Trevor piensa que es y el pasado lejano. Así que terminamos confusos, sin conocer trazos firmes que separaren unas de otras, dudando si no fue todo la pesadilla de un hombre atormentado que no puede dormir. 

NOTA: 8,3

lunes, 26 de febrero de 2018

The Stooges: Funhouse


Disco
Título: Funhouse
Estilo: Rock
Grupo: The Stooges
Año: 1970
Duración: 36 minutos


Bienvenidos al rock. Dudo que exista un disco tan fácil de reseñar que éste. Bastaría con resumiros los primeros quince segundos: ritmo pecaminoso, riff definitivo y los primeros "palabros" de Iggy Pop. No podían ser otros que (cito textualmente): "¡Uuuuuh! RAAAAAAH! ¡Fu!" Pero, ¿quién ha dejado suelto a este tío?

Abramos en Change.org una petición para que los académicos estudien e introduzcan en el diccionario el significado de los diferentes bramidos de la especie Iggy. Ya adelanto que la mitad de ellos podrían servir como onomatopeya de sexo oral practicado a una mujer.

Le llaman la Iguana, pero si no fuera iguana buscaríamos otra cosa, también podría ser El Diplodocus, El Dragón de Komodo, El Castrón Dorado. Cualquier bestia menos El Rey Lagarto: ése se lo ha pillado Jim Morrison. 


Desenfrenados. Empieza en el 1:42. Atención a ese sonido de BATERÍA.


Si Down On The Street es un ejemplo perfecto de rock and roll infernal, Loose va sobrada de aquello que los jóvenes de hoy en día llaman swag. El de Funhouse es un rock tan caótico, subversivo y radical que por momentos parece jazz. T.V. Eye resulta igualmente enérgica pero más plana. Da lo mismo: esta gente consiguen que no baje del sobresaliente a empujones de carisma y furia. 

Dirt, el lamento del diablo. 1970, ¡tiene un solo de saxofón! Instrumento que ya será aprovechado hasta el final, en las caóticas Fun House y L.A. Blues, improvisación cacofónica de las que, para ser sincero, se le daban mejor a Velvet Underground o Sonic Youth.

Pero no deja de suponer la metáfora curiosa de que este ejercicio de rock destructivo termine por autodestruirse; como aquellos mensajes bomba de las películas de espionaje. 

36 minutos, solo 7 canciones, una portada de fuego. No hace falta que nadie salve el rock: ya lo habían salvado para siempre en los 70. Ni Rolling Stones, ni AC/ DC ni ná. Nadie llevó más lejos el salvajismo inherente al rock and roll que los Stooges.

La sensación perenne es la de que, si Iggy no cantara, estaría atracándote a pie de pistola. No, muy sofisticado, le arrancaría la cabeza a sus hijos como Saturno. Así que, en definitiva: "¡Brrrrrrr! ¡Ougggghhhhh! ¡Loooook out!"


Y qué hay de esta pieza de coleccionista. Al micrófono y todavía improvisando sus rituales de apareamiento, un león en celo. Que alguien lo psicoanalice si quiere. Fijémonos en ese técnico que se acerca con más cuidado que un cuidador del zoo a la jaula de felinos. Y ese final magreándose con los altavoces. Energía, actitud y, por supuesto, locura como para que nos encierren a todos.

Down on the Street: 9,8
Loose: 9,8
T.V. Eye: 8,8
Dirt: 8,7
1970: 8,9
Fun House: 9,3
L.A. Blues: -

NOTA: 9,25

sábado, 24 de febrero de 2018

Tom Gauld: En la cocina con Kafka



Cómic
Título: En la cocina con Kafka
Autor: Tom Gauld
Género: Tiras cómicas
Año: 2017


En la cocina con Kafka reúne un ciento de tiras cómicas que reflexionan sobre arte, vida y tecnología. El sistema tradicional (historias contadas a través de unas 4 ó 5 viñetas) es retorcido, simplificado o directamente sustituido para expresar las ideas con una simpleza pura, desprovista de cualquier elemento innecesario.

Así, aparecen inventarios y colecciones, mapas con su respectiva leyenda, dibujos a una página a los que se les añaden elementos descriptivos, parodias de pasatiempos y formatos digitales, o incluso el aprovechamiento de las matemáticas en gráficas estadísticas. El dibujo, colorista y expresivo, busca también la simplificación de las formas. 

Todo ello para tratar de forma indistinta lo trivial y lo trascendente. Fantasear posibles secuelas de Tiburón, diferenciar las intenciones de los asistentes a una manifestación o ironizar sobre la dificultad de escribir una biografía sin herir las susceptibilidades de tus seres íntimos. Estamos en la época del conocimiento en cápsulas, de los tweets. Por lo que el formato de la tira cómica queda de fábula para explicar y comprender la paradójica realidad que vivimos.

La  idea general del tomo sería cómo los avances tecnológicos han condicionado la contemplación del arte, llegando incluso a arrinconarlo.Una época llena de posibilidades de ocio (y distracción, sobre todo distracción) en la que ha perdido su lógica mandar a los niños leer un clásico, porque la gran mayoría van a verse la película o leerse el resumen de Wikipedia. El que se lo compre y le dedique horas se sentirá poco menos que un tonto que tira el tiempo. ¡Y luego suspender matemáticas, imagínate!

Un subtema recurrente es la difícil disyuntiva de la adaptación cinematográfica: por un lado, puede suponer para el escritor/a la llegada de retribuciones económicas y el acercamiento de su obra al gran público; por otro, (además de la posible existencia de discordancias con respecto al original), que el cine pueda llevar al libro a un paradójico olvido, dentro de la concepción utilitarista. Cada vez más personas lo conocerán, pero ¿qué porcentaje de ellas lo van a leer?

Quizás en lucha con esta realidad, que tan poca gente vaya a leer un libro (quince horas) cuando puede ver la película (solo dos), se haya inventado aquello de que siempre la película es peor que el libro. Algo que tiene su cierta lógica, se supone que la obra primigenia (que además, suponemos que se adapta al ser buena de por sí) va a ser superior a sus adaptaciones, normalmente meros intentos de aprovechamiento comercial. Pero tenemos el caso de Batman por ejemplo, con películas y videojuegos que han sido más alabados que la mayoría de sus cómics.




También podríamos hablar de aquellos temas que abordó Umberto Eco en su Apocalípticos e Integrados: cómo conviven en un mismo ecosistema cultural lo arriesgado y único con obras prefrabricadas pensando en el consumo masivo. Así, Gauld nos habla de una serie de factores que no son tan cruciales para la calidad final de la obra teatral o cinematográfica como para su éxito: los actores famosos, los efectos especiales, el texto abreviado o íntegro, la música de moda, los intentos experimentales, la duración...

La tecnología, en suma, ha afectado transversalmente a todos los aspectos de nuestra vida cotidiana: el dormir, el comer, la práctica deportiva, la socialización y por supuesto la contemplación artística. Tanto el contexto general como unos nuevos formatos (caso de el e-book) condicionan nuestra forma de leer libros, y por tanto la producción de ellos.

Gauld fantasea con unas píldoras cuya ingestión supondría la lectura inmediata de un clásico. Aunque no existan todavía, el paradigma actual se inscribe en la tendencia que llevaría a ellas: todo el mundo da por terminado El Quijote porque ha leído por encima adaptaciones en el colegio (hace diez o treinta años), ha sonreído con tiras gráficas que lo parodiaban o leyó algún tweet que referenciaba la obra cervantina. Todo el mundo siente que lo ha leído, pero en realidad muy pocos lo han hecho, y mucho menos los dos tomos.

Diferentes soportes condicionan distintos usos: no es lo mismo leer a partir de las hojas de un libro (que sí, puede utilizarse para equilibrar una mesa que cojea, pero teóricamente ha nacido para eso, ser leído) que hacer lo mismo en un Ipad. Además, en un libro cabe solo una obra o un número escaso de ellas, frente al inmenso poder para el almacenaje de lo informático.

Aunque La cocina con Kafka es en realidad el título de una sola de las tiras, no desentona para el conjunto, puesto que muchas de ellas hablan precisamente del proceso de cocción de una obra literaria.

El lector se encuentra con una obra concreta, finalizada, de un sentido y dirección. Pero en la mente del autor/a se hallaban superpuestas varias opciones diferentes y contradictorias hasta que tomó la decisión final. Aquí nos encontramos con una escritora preguntándose si un chiste es bueno o no, o con Herman Melville decidiendo el título de su más famosa obra.

Gauld nos habla de una sociedad en el que la información general es tan democrática como superficial: políticos manipulando los hechos a su favor a través de la fuerza y maleabilidad de la palabra; la atención prestada más a quién hace las obras que a las obras en sí, cuando debería ser al revés. Hoy, casi cualquiera te puede hablar de Reverte por ejemplo, pero de sus obras, ¿quién?

También le ha sido concedido su espacio al estilo del periódico digital, que por una simple razón (que sus usuarios lo premien en lugar de castigarlo) viven de la espectacularización, para sobrevivir en la encarnizada lucha por llamar la atención de un espectador fragmentado, cuando no sonámbulo.

La última tira cómica, "El libro gracioso" parece apelar a una diferenciación entre el disfrute artístico (que debería ser personal y solitario) y la reflexión posterior, edificadora en compañía. Pero actualmente parece haberse roto esta dicotomía, y ya en un mitin político la acción paralela en redes sociales (comentarios de aspectos que normalmente quedarían en anecdóticos) se erige como tan real como el debate en sí mismo. Y eso define a este siglo: la confusión entre realidad y ficción.

NOTA: 8


miércoles, 21 de febrero de 2018

Sonidos del espacio exterior: Incunabula


Disco
Autor: Autechre
Título: Incunabula
Duración: 1 hora 18 minutos
Año: 1993
Estilo: Música electrónica, IDM.


Hermanos, hermanas, bienvenidos a la Nave del Misterio. Tema del día: llevábamos años buscando extraterrestres en el lugar equivocado.

Mirábamos al cielo, gastábamos millones en costosos proyectos de sondas a Júpiter; en vez de aterrizar en la tienda de discos más cercana y revisar la discografía de Autechre, del que hoy os traigo su debut, el hipnótico y flipante Incunabula

Esta obra, como la de Aphex Twin, pertenece al estilo llamado IDM (Inteligent Dance Music). ¡Vaya una mierda de nombre, de etiqueta! ¿Quién es tan pedante que quiere que le llamen inteligente por escuchar algo en concreto?

En todo caso, la inteligencia estará tanto en la profundización en el significado de cada obra como en la búsqueda de variedad. Menos mal que es una excepción. Imaginad un mundo en el que la música clásica se llamase "melodía culta y sofisticada", el punk "rock para gente con conciencia política", etc.

En fin, que mola un puñao ponerse el Incunabula con auriculares y caminar por el barrio (el mismo barrio de siempre, digo) con ojos nuevos, como si acabaras de aterrizar desde otra dimensión y los sonidos que se repiten y retuercen en tus oídos fuesen señales emitidas por la nave nodriza, o quizás la imagen sonora de los pensamientos de la mente alienígena que tú eres.

Y observar los columpios, los edificios, los ancianos que pasean tranquilamente como formas desconocidas, amorfas e inentendibles.

 ¿Se me está yendo un poco la pinza? Pues claro. Porque los dos siguientes discos de este grupo, Amber y Tri Repetae, son todavía mejores. De nada.



Mi preferida


Kaptol Introl: 8
Bike: 8,5
Autichre: 9,3
Bronchus 2: 8

Basscadet: 8,7
Eggshell: 8,9
Doctrine: 8,3
Maetl: 8,6

Windwind: 8,2
Lowride: 8,6
444: 8,9

NOTA: 8,6

sábado, 17 de febrero de 2018

7 juegos breves que te volarán la cabeza (PARTE 2)

Tras la entrega del otro día, hoy os traigo finalmente la segunda parte de esta recopilación de juegos cortos, baratos e interesantes. Espero no decepcionaros. 

Esta vez tenemos un "walking simulator" , es decir, un juego en primera persona con fuerte peso del diálogo y la exploración, basado en este caso en una reflexión sobre el acto de jugar; una novela interactiva sobre la lucha diaria de un hombre tras sufrir la pérdida de su visión, pudiendo tanto derrumbarte como afrontar con energía y optimismo la sucedido; y un RPG en el que intentas asesinar a tu hermana para cobrar la fastuosa herencia familiar. Nada menos.


3- Dr. Langeskov, The Tiger and The Terribly Cursed Esmerald: A Whirlwind Heist



Formato: PC
Precio: gratis

La gracia de este juego descansa en ser conscientemente fallido. Dura un cuarto de hora, así que puedes terminarlo en menos tiempo que el que necesitas emplear para leer su pomposo título y buscar el significado de “Whirlwind” y “Heist”.

 Promesas exóticas e incumplidas: resulta que ha habido una huelga entre los diferentes trabajadores que ponían a punto el juego, así que tú mismo debes pasearte por las diferentes salas de control según un narrador anónimo te lo ordene. La obra deja muchas preguntas. La primera y obvia, cuando salen los créditos, es ¿he podido jugar o no al Dr. Langeskov?

Pero, sobre todo, este título supone la terrorífica constatación de que cuando jugamos, aún creyéndonos libres, somos solo ratas de laboratorio, incapaces de hacer nada que no fuera diseñado y previsto con anterioridad por terceros.

Por ejemplo, cuando te exigen que vayas más rápido y solo puedes avanzar a una misma velocidad en todo momento, puesto que en los videojuegos solo tenemos entre una y tres “marchas” en las que desplazarnos. Por ejemplo, en uno de sigilo podemos ir a hurtadillas, caminar o esprintar.

En Dr. Langeskov, en fin, nos vemos forzados a seguir las órdenes de un narrador estúpido y abusivo, porque es la única manera de continuar. Cualquier rebeldía supondría una reducción aún mayor de la libertad, al impedir nuestro avance.

Es una obra imprescindible, gratis y con subtítulos en español. Eso sí, aún siendo posterior queda en pañales ante la inmensidad de The Stanley Parable, que comentaré en las próximas semanas.

NOTA: 7, 7


***

2- Blind Love


PC
Precio: 0,99 €

Blind Love es una novela gráfica interactiva en la que nos ponemos en la piel de un hombre que ha perdido su visión tras un accidente de coche. Tomaremos diferentes decisiones que conllevarán ciertas consecuencias, como si continúa con su pareja o no.

A pesar de su jugabilidad escasa, esta obra se acerca al sobresaliente por su tratamiento de tres de los mayores temas de la literatura universal: el amor, la enfermedad y la percepción. Es mostrado con dignidad y realismo el estilo de vida de alguien invidente, y algunas de sus estrategias para no convertir las tareas simples en constantes dificultades. La fluida narración, respaldada por bellos temas musicales, salta del detalle más pequeño al acontecimiento dramático y viceversa, con soltura total. 

Todo acompañado también de imágenes sombrías en blanco y negro, cuando no de la más amarga oscuridad, obligándonos, como le ocurre al personaje principal, a redescubrir los sentidos y la imaginación.

 Formato y esencia convergen para el florecimiento de una obra esencial y bella, que explora la naturaleza del amor y de la debilidad, que tan humanos nos hace. Porque todos, en algún momento, necesitamos a alguien. Que nos proteja, que se preocupe, o simplemente nos haga sentir bien.


NOTA: 8,2


***

1- The Deed


PC
Precio: 0,69 €

En este RPG  nos transformaremos en un hombre joven con ansias de venganza y fortuna. El juego es simple: charlas con los demás a tu llegada a la mansión, recolectas una pista trampa que inculpe a otro y un arma, cenas con tu familia, efectúas el asesinato y a la llegada de un detective eres entrevistado para probar tu inocencia.

Es una obra redonda, su jugabilidad exquisita: dependiendo del arma escogida y lo ruidosa que sea, el juego te deja más o menos tiempo para escapar; y el más mínimo detalle en tu conducta te convertirá en culpable a ojos de la policía. 

Simple pero inteligente, The Deed terminará por convertir este crimen en costumbre, y buscarás la manera de meter en la cárcel a tu madre, a tu padre y hasta al apuntador.

Además, las sucesivas partidas van dibujando en nuestra mente la psicología de unos personajes muy profundos para lo breve de la historia, con sus propias motivaciones y luchas vitales. Sir Arthur Conan Doyle estaría orgulloso.

NOTA: 8,2

lunes, 12 de febrero de 2018

7 juegos breves que te volarán la cabeza (PARTE 1)

Hoy os traigo 7 videojuegos cortos que por un precio muy escaso (algunos de hecho son gratis,  juntos no suman ni 10 euros); y tras dedicarles solo unas horas de vuestro tiempo os harán reflexionar. 

Seguro que además os sorprenderán gratamente, por su forma de aprovechar y expandir las posibilidades de vuestros ordenadores. La lista en orden descendente como siempre: mañana llegará el podium; aquí los 4 últimos, que también tienen mucho que decir.

7- My Name Is Addiction


Formato: PC
Precio: 0,99 €

My Name Is Addiction es una novela gráfica e interactiva que desembocará diferentes finales según las elecciones que tomemos, intentando escapar de la espiral autodestructiva de un adicto al porno que ha perdido su propia autonomía (incluso su nombre, según apunta el título).

Imágenes macabras adornan este meditar sobre cómo la pornografía mina tu autoestima y tu capacidad de relacionarte. Los sentimientos e imágenes amorosas del protagonista están ya contaminados por la perversión, y sus relaciones sexuales solo pueden ser una copia sin alma de lo visto tantas veces. 

Cientos de horas, toda inocencia perdida ante la pantalla. Lo malo, que esté en inglés y no consiga ser una obra lo suficientemente dinámica como para que apetezca pararse a desbloquear todos los finales posibles.

NOTA: 6,9

***

6- Replica


Formatos: PC, Android
Precio: 2, 99 /2, 19 €

Replica es una novela interactiva que aúna dos grandes temas sobre los que sí, no cabe duda que hay que hablar: la privacidad de los datos que publicamos en la red (y su aprovechamiento por parte de diferentes grupos) y el eterno dilema entre libertad y seguridad. Porque la consecuencia de que "cualquiera" pueda ser un terrorista es que todos terminemos con una cámara sobre la frente.

El problema de Replica es que la amenaza del Big Data aparece muy poco aprovechada, y en cuanto al control gubernamental de la información cae demasiado en el maniqueísmo más simple: el aparato estatal intenta aquí un control tan abusivo que roza lo estúpido. Sus desarrolladores han apostado por que reflexionemos, pero no lo consiguen tanto como querrían.

Y cuando deberíamos estar debatiendo sobre el punto exacto en el que la salvaguarda de la seguridad ciudadana debe verse limitada por nuestro derecho a la privacidad, estamos hablando de una asociación fascista que tortura menores de edad porque tienen fotos del Che y van a conciertos. 

Así que por un lado aplausos, al traer temas que otros videojuegos nunca tratarán y poseen una importancia de primer orden; por otro los pitos de no haber sabido desarrollarlos como es debido.

En cuanto a la jugabilidad, es única, puesto que en todo momento no controlamos más que un móvil robado, y debemos realizar diversas tareas que nos serán asignadas por vía teléfonica: que hackeeemos el terminal, comprobemos información privada, etc. Mientras, los familiares de su dueño intentan desesperadamente el contacto, y Seguridad Nacional envía unas órdenes que puedes cumplir o no según tu elección moral.

Como antes, una de cal y otra de arena: es original, pero los desafíos no terminan de funcionar, e incluso puede llegar a ser frustrante buscar por el móvil todas las contraseñas necesarias.Existen diferentes finales posibles, pero vuelve a dar pereza explorarlos. En cualquier caso, no deja de tratarse de un experimento interesante y recomendable, a bajo precio. Traducido al castellano.

NOTA: 7


***


5- They Breathe



Plataforma: PC
Precio: 1,99 €
Descargar

Todo lo contrario a los demás reseñados hoy: ni una sola palabra. Un juego mudo en el que controlamos a una rana anónima, e intentamos bucear hacia las profundidades del mar. Su jugabilidad es totalmente arcade, intentando esquivar a los enemigos y sus ataques. 

Y lo mejor es que en el fondo (nunca mejor dicho), se trata de una reflexión sobre la naturaleza parasitaria de algunas formas de vida, que precisan aprovecharse de otros seres para perpetuar su existencia. Como nosotros, vamos, que también arrebatamos "oxígeno" para respirar. Un delicado equilibrio, ¿verdad?

NOTA: 7,1

***

4- Emily Is Away



Plataforma: PC
Precio: Gratis
Jugar


El ganador de la noche. Un juego indispensable para la generación nacida en los 90. Nos trae de nuevo a la época de nuestra adolescencia (y del chat en Messenger), no solo por la aparición de referencias como Muse, Green Day o Sin City, sino porque TODO el juego consiste en 5 conversaciones, desde el 2000 al 2005 entre tú mismo y una chica, Emily. 

Te creas una cuenta y comienzas a hablar con ella. La jugabilidad resulta bien sencilla: primero tecleas 1, 2 o 3, escogiendo una opción de respuesta; y después pulsas teclas al azar en el teclado como si estuvieras escribiendo realmente eso, lo cual queda bastante gracioso. Tus decisiones te llevarán hacia diferentes finales, pero en general ella es ambigua y tú un/una pagafantas bueno.

Resulta bastante divertido completar varias partidas y en alguna actuar según tu propia lógica, para en otras directamente trollear: pasar de ella, hacerle la pelota, ser bueno, ser malo, actuar como un fracasado, hacerte el guay... O simplemente averiguar qué pasa si le dices que su grupo favorito (Coldplay) es una mierda o si se pone celosa si le dices que estás con la Emma... Brutal, oye.

Quizás podría explotarse algo más la idea, pero no está nada mal. Lo malo, que está también en inglés... aunque es un inglés sencillo y de hecho una gran manera de practicarlo, obviamente en un estilo coloquial y ameno. Anímate y date de paso un chute de nostalgia.

NOTA: 7,5

viernes, 9 de febrero de 2018

Biffy Clyro: Puzzle


Disco
Autor: Biffy Clyro
Título: Puzzle
Duración: 49 minutos
Año: 2002
Estilo: Pop-rock, grunge


No creo que la historia haya sido del todo justa con Biffy Clyro. Estaban trayendo al mundo canciones  sugerentes, con valor propio, pero ni crítica ni público mostraron especial atención. Entonces lanzaron Puzzle, álbum que consiguió un extraño equilibrio entre autenticidad y formatos vendibles, y con él el éxito masivo.

A partir de ese momento, quizás hartos de llamar a la puerta sin que nadie abriese, por gusto estético o porque hay que pagar las facturas a fin de mes, inician una constante búsqueda del sonido más comercial posible; algo que todavía se sostiene artísticamente (y muy bien) en el memorable Only Revolutions, gracias al gran momento compositivo del grupo. 

Pero el siguiente álbum, Opposites (encima fue doble) da la razón a aquel refrán de perro ladrador poco mordedor, diciendo tanto cuando ya tenían poco que decir.

Desde aquella entrega no hay noticias de aquel grupo que versionaba a Franz Ferdinand para la BBC. Siguen tocando en sus conciertos a pecho descubierto, pero componen en traje; sin haber perdido el talento pero sí la ambición de aprovecharlo para alcanzar cimas estimables.



Es un caso similar al de Green Day (además otro trío; guitarra-voz, batería-coros y bajo), aunque más trágico puesto que los estadounidenses sí habían conseguido éxito previo con Dookie y sus sucesores, por el que aparecerán en alguna lista de mejores discos de los últimos años; pero a los Biffy Clyro sus nuevas obras, mientras acercan a nuevos fans amigos de la radiofórmula, entierran obras como Blackened Sky

De hecho, Green Day también sacaron un disco ya no doble, sino ¡triple!, en las mismas circunstancias: cuando el grupo se había convertido en una versión sin cafeína ni colesterol de lo anterior, y solo el márketing podría hacernos entender una apuesta tan supuestamente ambiciosa para una formación en horas bajas y sin ideas frescas.

Pero hablemos de Puzzle, una obra que nace sobre la tristeza profunda del vocalista, Simon Neil, a la muerte de su madre. Un halo tenebroso recorre el disco y le hace mucho bien, otorgándole fuerza. Se suceden canciones de pop rock prácticamente perfectas como "Now I´m everyone" con piezas apesadumbradas como la apertura, "Folding Stars" o sus interludios. El diseño de la portada, tan bueno como siempre, un ser desahuciado y en plena caída.

Y finaliza con Machines, un tema sencillo, bonito, la guitarra y la voz, algo de cuerda, no se necesita más. Transmite la sensación de que precisamente eso, NO somos máquinas: mucho mejor y (a veces) mucho más triste que eso, incapaces de soportar lo vivido. Esta vez no pienso que se trate del mero intento de asaltar los estadios de medio mundo, esta vez me lo creo.

Un hijo abandonado, que canta con apenada tranquilidad que cavaría un millar de tumbas solo para yacer al lado de su madre, que se está derrumbando. Mamá, toma los pedazos que queden de mí y llévatelos contigo al cielo: "And take the pieces and build them up to the sky".

Un puzzle al que se le ha caído su pieza más importante, ¿pierde su sentido? ¿Seguiríamos siendo lo mismo sin las personas y las cosas que más queremos? ¿Sería éste un disco notable sin "Machines", tan sincera? 

Porque, al final, más allá de la técnica y la maravilla, de eso trata el arte. De sinceridad. La lástima es que en los últimos años Biffy Clyro, en su intento de hacer un disco para todos, creo que han dejado fuera a los sinceros.


Living is a problem because everything dies: 8
Saturday Superhouse: 8,3
Who´s got a match?: 7,8
As dust dances: 7,6
2/15 ths: -

A whole child ago: 8,5
The conversation is:8,7
Now I´m everyone: 8,9
semi-mental: 8,4
4/15 ths: -

Love has a diameter: 7,6
Get fucked stud: 7,6
Folding stars: 7,7
9/15 ths: 8
Machines: 9,1

NOTA: 8,3

martes, 6 de febrero de 2018

Las vidas posibles de Mr. Nobody


Película
Título: Las vidas posibles de Mr. Nobody
Duración: 141 minutos
Director: Jaco Van Dormael
Año: 2009

A veces ocurre: escribes un análisis cualquiera y estás poniendo a la película a parir, luego le cascas un notable. También al revés: todo son bondades y al final tiene suerte si llega al aprobado. 

Las vidas posibles de Mr. Nobody, al aunar su evidente calidad con lo pretencioso, cae en el primer saco. La cinta de Van Dormael repasa la existencia de un sujeto llamado Nemo/ Nobody, desde su nacimiento (en este caso, incluso desde antes de él) hasta su muerte. Y repite un error bastante común en su género, que es pensar que el 80% de la vida de una persona se reduce al amor y sus relaciones amorosas.

Como es lógico, éstas o incluso (quizás más interesante todavía) la ausencia de ellas ocuparán un lugar importante, debido al fuerte impacto emocional que provocan, pero soy de la opinión de que si quieres tratar a alguien en profundidad deberías hablarnos también de sus aficiones, miedos, carencias, sueños, etc. Sobre todo si cuentas con más de dos horas, claro.

En este caso, el protagonista, Mr. Nobody, parece más que nada un lienzo en blanco sobre el que ocurren cosas, las cuales determinarán su personalidad. Tendrá como punto de partida unos comportamientos comunes, exceptuando lo de puedo ver el futuro bla bla bla y lo puramente cinematográfico, puesto que las personas que no viven en películas eligen si se marchan o no con su madre antes de la arrancada del tren que los separará por siempre.

 El señor Nobody estará loquísimo (si se junta con una novia inestable), sufrirá del hastío del triunfador (tras conseguirlo todo en esta vida), o experimentará las llamaradas de la pasión (en caso de darse muy determinadas circunstancias). 

A lo largo de la cinta, no anhela nada en especial ni se esfuerza a largo plazo por cualquier cosa que no sea lo obvio: la persona amada, el desahogo económico o el bien de sus padres, dificultando que sintamos alguna empatía pequeñita por él.

No es tanto un personaje como el simple reflejo de los días vividos sobre el rostro de Jared Leto, olvidando lo cóncavos que somos; que todos partimos de unas características y potencialidades muy determinadas e independientemente de lo que nos pase cargaremos a la espalda y hasta la tumba vicios innatos. En esta vida podemos elegirlo todo menos a nosotros mismos (así que lo que toca es aguantarse sea como sea y querernos, claro).

Debilidades, y también fortalezas que nos hacen quienes somos, arda el sol o caigan los diluvios que quieran. Todo ello sin mencionar que no solo evolucionamos tras la acción exterior, sino a partir de reflexiones internas desligadas de la realidad. 

Porque sí, se llama Nobody, pero se entiende que el apodo intenta ser una manifestación de la paradoja de que puedan coexistir vidas paralelas del mismo ser humano. Personalmente asumo que si Nemo no fuese neutro la película ganaría tanto en emotividad como en mensaje, puesto que, precisamente, sería más humano.


Tráiler de la película


Ahí está el problema: el mensaje. Las posibles vidas de Mr. Nobody parece por momentos una sucesión de videoclips de la Mtv, acumulándose cabriolas y contorsiones para atontar en el primer visionado y hacernos sentir inteligentes en el segundo, sin razón alguna para ello. 

Porque tanta vuelta de tuerca, dos horas largas para no llegar a más conclusiones que un capítulo de Rick y Morty. Recuerda a Blade Runner 2049: una cinta bellísima a nivel visual pero que comete la desfachatez de creerse inteligente por basarse en un tema complejo. 

Pero no: que una película trate los universos paralelos, la clonación humana o la teoría de cuerdas no impide que pueda ser más básica conceptualmente que una historieta basada en cuatro cuñaos borrachos cantando en un bar. Puesto que la dificultad no está tanto en escoger un asunto sino en desarrollarlo de una manera afortunada y profunda de veras.

Pondré un ejemplo: otra película que repasa la vida, como es Forest Gump, con sus cosas malas y buenas, no pecaba tanto ni de centrarse exclusivamente en las relaciones ni de carecer de mensaje. Y espero no ser el único al que, Big crunchs, vidas paralelas, coches ardiendo y demás boutades aparte, aquella le parece más original y única que ésta. ¡Teniente Daaaaan!

NOTA: 7,4

viernes, 2 de febrero de 2018

5 reflexiones nocturnas de "Los de abajo"



PARTE 1- TODO SUMA

Existe en nuestra sociedad un prejuicio a la vez falacia, que es el considerar a quienes realizan trabajos de baja cualificación como gente de baja entidad, también. Pero, si yo ahora entrara en tu casa y fregase tus platos, ¿considerarías que eso me resta dignidad?

Algunos esconden la opinión de que quienes se encargan de lo que uno nunca querría hacer son de algún modo inferiores. Ellos piensan: Yo soy mejor porque he escogido algo mejor que ellos. Pero muchos ni siquiera tuvieron elección.

Defiendo a las letras, y tengo claro que el trabajo intelectual no puede ser reemplazado en una sociedad; pero eso no significa despreciar ningún oficio, o que no sean también indispensables los servicios de recogida de basuras, de hostelería, transportes... Que una tarea resulte dura o penosa no debería sino santificar como mártir a quien la realiza, pues alguien tiene que hacerlo, y le debemos a ellos y ellas el no ser nosotros.

¿Qué sentido tienen los llamados intelectuales que menoscaban a un obrero o un campesino, si es precisamente gracias a su actividad que alguien puede estar ocioso escribiendo?


PARTE 2- DOMINACIÓN

El mundo ha funcionado históricamente como la dominación de unos sobre los otros. En Brave New World, Aldous Huxley retrató un futuro con "razas" artificiales de humanos menos inteligentes. Así se sostendría la civilización más estable posible, según defienden los políticos aparecidos en la novela.

 Por cada gran técnico o ingeniero, se necesitan cien peones, constituyendo su cualidad más deseada el agradecimiento frente al trabajo brutal y degradante. Huxley tenía razón: lo que necesita el poder, para mantenerse en él, no son letrados, sino una masa industrial lo más básica posible, y con esto no quiero decir que nuestros obreros actuales sean efectivamente simples, sino que ojalá lo fueran, puesto que todo individuo obligado a labores vacías y poco estimulantes (en realidad, el mismo estímulo cien veces) sufre mucho antes que disfrutarla su propia inteligencia.

Clases sociales, algunas subordinadas totalmente a otras, y cuanto más diferencia entre ellas mejor, en términos utilitaristas, para así justificar el dominio por parte de quienes lo ejercen. Cualquier sociedad florece gracias a la base de su iceberg y a costa de ella, siempre anónima, siempre abocada al fracaso y siempre multitudinaria.

A menudo se habla de la aparente contradicción de cómo en Roma o Grecia, pese a aquel desarrollo, había esclavos. ¿A pesar? Cuántos hallazgos se habrán conseguido no ya a su pesar, sino gracias a ellos, tristes olvidados de la historia; quiénes sino los esclavos de tal filósofo le permitían retirarse a la contemplación.

 Mejor todavía, a su meditación sobre precisamente  la ética, la justicia y las buenas costumbres, y después entregar al mundo obras supremas. La sociedad ha funcionado históricamente a partir de la dominación, porque, sean quienes sean los dominantes y los dominados, este principio funciona, aunque no sea moral.

La subordinación de la mujer o la raza negra estaban basadas en inferioridades ficticias, y por tanto fueron reales sólo en cuanto actuaron en su máximo apogeo la cultura machista y racista. Aquella inferioridad, antes tan creída incluso por la élite cultural (aunque hoy cueste aceptarlo), se esfumó. Y supongo que muchos y muchas se preguntarían cómo pudieron estar ciegos como para dejarse tapar los ojos con una venda tan fina.


PARTE 3- TECNOLOGÍA

Más allá de lo que cuentan los anuncios de televisión, el estado natural es la pobreza, así que la contrapartida de un exceso faraónico, al final, solo puede ser la miseria, y parte de la riqueza de unos se basa en aprovecharse de la pobreza de otros.

Todo se ampara en algo menor (o considerado menor por pura conveniencia) para desarrollarse. Si hoy día no tuviésemos sometida a la tecnología, el grado de esclavitud sufrido por la base social humana sería mucho mayor.

Se ha escrito bastante ya, aunque más que nada literatura, sobre la temida rebelión de las máquinas, lo cual no me parece ninguna tontería puesto que hoy por hoy, aunque inconscientes de ello, son nuestras esclavas y nos aprovechamos de ellas. No le preocupa a nadie, y con razón, puesto que no poseen alma.

Tu móvil es utilizado a horas intempestivas (distribución irregular de la jornada), habrá sufrido violencia física (abuso, enfermedad laboral), y puede ser intercambiado y abandonado de un día para otro (despido improcedente).

Lo dicho hasta ahora seguirá representando una nimiedad, pero no tanto si  nos imaginamos a un robot,y menos cuanto más sean desarrollados éstos. Por supuesto, no pienso que las máquinas vayan a rebelarse nunca, por una cuestión obvia: para que lo hiciesen tendríamos que diseñarlas con conciencia de la necesidad de ello. ¿Por qué iba quien las somete a facilitarles su liberación?


PARTE 4- EXPLOTACIÓN

Seguirá exprimiéndose lo máximo posible, más allá de cualquier número, hasta el límite que marque la tensión de la cuerda justo antes de romperse. Así, el desarrollo de técnicas que en teoría facilitarían el trabajo, pues permiten multiplicar la productividad, difícilmente lo consiguen, porque dicha productividad tiene que seguir aumentando y aumentando; debido al sueño del consumismo que lleva a la felicidad, y la pesadilla de que las grandes empresas sean todavía más poderosas que los gobiernos.

¿Qué sentido tiene, con la tecnología existente, que nadie trabaje diez horas diarias en algo que no le representa ni le aporta; más aún, mientras otros sufren el paro?

El empleo es una parte muy importante de la vida, y a una intensidad normal, beneficioso para el que lo realiza aún con sus pesares. Representa un pacto social: hacer algo por los demás mereciendo así a cambio todo cuanto esta sociedad presenta para nuestro cuidado y disfrute. Pero la pregunta obligada es: ¿hasta dónde?

jueves, 1 de febrero de 2018

The Disaster Artist y la humanidad


Película

Título: The Disaster Artist (sin traducir)
Director: James Franco

Duración: 106 minutos
Año: 2017


Hace unos meses, os traía The Room, considerada una de las peores películas de la historia. Pero el asunto no se queda ahí, puesto que James Franco ha dirigido otra, The Disaster Artist, que reconstruye aquel monstruoso rodaje. 

 Las anécdotas, bromas espontáneas y demás se me han olvidado ya, después de tantas semanas con esta página aparcada a un lado; así que hoy solo voy a pediros un ratito para reflexionar sobre la eterna humanidad de Tommy Wisseau. 

Él y Greg Sestero representan dos tipologías distintas de gente que no triunfará jamás (al final lo consiguen, y es precisamente el milagro lo que les convierte en noticia). Sin poseer ninguno de los dos una fina hebra de talento interpretativo, el primero no se esfuerza en disimularlo; al segundo su consciente pequeñez le ha hecho tímido.

Pero hay algo con lo que Hollywood, y tampoco esta vida tan perra, no contaban: los bolsillos llenos de billetes de Wiseau. Y su insistencia tan al borde de la idiotez. Wiseau es paciente como un borrico empujando un muro a ver si abren. Así que, cuando le dijeron que no triunfaría ni en un millón de años, su contestación solo podía ser: "¿y después de eso?"

Un tipo que se cree culto por leer a Shakespeare, sin hacer más méritos; y piensa que actuar con dramatismo es gritar fuerte ahora, y después más fuerte todavía. Porque Wiseau sobreactúa en todo momento, no solo frente a cámara: cuando su mejor amigo le confiesa que se marcha a vivir con su nueva novia, y gime y padece que ni Cristo traicionado por Judas; cuando pide un baño para él solo en el set de rodaje, creyéndose poco menos que Santa Madonna.

Wiseau, un tipo que escupe con insolencia sobre cualquier manifestación del arte; pero al mismo tiempo encarna esa estupidez tan dulce que todos somos de pequeños, unos más y otros menos, esa existencia puramente narcisista, vivir tan atrapado en uno mismo y sus percepciones subjetivas como para no ver el precipicio bajo nuestros pies.


Tráiler de la película

Las sucesivas caídas te acercan a la edad adulta y te hacen más precavido. ¿Es la actitud correcta, en realidad? ¡Pues claro! No es muy recomendable irte a vivir muy lejos con un señor mayor que no sabes de dónde saca el dinero y sufre de sueños mesiánicos extraños.

Pero, a pesar de todo, qué alegría saborear la pirueta como una piruleta de estos tipos que compraron todas las papeletas para el Armagedón y les llegó la paz. Pura chiripa.

Así que Wiseau encarna el deseo desesperado que conservamos muchos por ser los reyes del mambo, sin apenas esfuerzo y habiéndolos mejores, porque sí, porque yo lo valgo y yo lo quiero. A los 48 años no había salido todavía del vientre de su madre, y pensaba que tendría siempre todo a su alcance. Por supuesto, también la fama y el prestigio. 

Suerte tuvo que consiguió popularidad, aún a costa de convertirse en el hazmereír de miles de personas. En cualquier caso, que le quiten lo bailao: ahora él ríe el último vendiendo gallumbos y camisetas serigrafiadas "Whyyy Lisa, whyyyy" a quince pavos en su página de Internet.

Y sobre James Franco, pues que ha conseguido demostrarnos lo pequeñísimos que somos los seres humanos: egoístas, infames, malvados, idiotas. Y hermosos, enternecedores: si no, alguna deidad nos habría aplastado ya con un solo dedo.

 En definitiva: The Disaster Artist es una película sin grandes pretensiones pero tan humana como el Quijote. Tan humana que dan ganas de abrazarla. Así que, gente, no dejéis de luchar por vuestros sueños, aunque solo sea un poco, antes de ir a dormir. Eso sí: no miréis directamente a cámara. Queda fatal. 

NOTA: 8,9