martes, 5 de abril de 2016

FUE SIN QUERER





En el quinceavo día de clase, mi pie derecho chocó contra el izquierdo de la profesora, que paseaba junto a los pupitres. Digo profesora porque a mi entender merece tal consideración, y no porque se haya puesto entre un alumnado y una pizarra: quería aclararlo.

 Resulta que su larga exposición se detuvo por un instante tras el pequeño impacto, porque dijo: perdona. Me quedé de piedra. No os preocupéis, también salió de mí la disculpa (aunque por automatismo, la verdad) y sonaron ambos perdones casi a la vez, como si uno fuera el eco del otro.


Pero la cuestión es que mientras recogía mis pies del 43 recordé algo que me había pasado, al igual que el protagonista de En busca del tiempo perdido revive su infancia al saborear y oler una magdalena. Pero yo no me remonté tan atrás, sino a la semana pasada, cuando casi choco contra una señora al torcer la esquina, en el paseo del río. Es decir, no llegó a haber ningún contacto porque me giré rápido, sin embargo ella gritó, recriminándome, a pesar de haber dicho lo siento: "mira por dónde vas".

Eso me hace pensar. Hay gente que nunca tropieza, son los demás que, de tan estúpidos, en su ceguera van contra ellos. Me encanta su filosofía. Seguro que esta mujer nunca ha hecho nada mal en su vida, a decir verdad, lo más seguro es que se la haya pasado avisándole a los demás de sus errores, como si fuera una gracia que los dioses le han concedido para enderezar en su nombre este mundo corrompido por el "kaos".

Todo lo malo es algo externo que no tiene que ver con ella. Si hubiera subido al Titanic, sus últimas palabras serían algo parecido a blasfemar lo inútil del conductor, del los mapas, del hielo que no sirve para nada, su hijo imbécil que le regaló los pases para el barco, el marido inútil que ya cayó por la borda.

Es cansado, pero fácil, y desde luego precioso el arte de librarse de las propias culpas escupiéndoselas a los demás. Esta mujer debería dar conferencias en las más prestigiosas facultades de Ciencias Políticas, o en los  salones y escuelas donde germinen nuestros amados dirigentes, para que sean de la marca que sean aprendan de esta señora a culpar a la oposición o a quien se ponga a tiro y lavarse las manos, escondiendo con un espejismo que todos son ya iguales porque no pueden hacer nada*, excepto un par de detalles: robar un poco más, robar un poco menos. El Ministerio más importante es el de publicidad.


FOTO DE PHOTOPIN
photo credit: <a href="http://www.flickr.com/photos/97404710@N06/25743065081">L'intervento di Renzi al Senato</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/">(license)</a>

 * realmente sí que creo que pueden hacerse pequeñas cosas a nivel cultural y social, desde luego, a nivel económico, donde vierten la gran mayoría de sus promesas, se alardea mucho teniendo las manos atadas.

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