lunes, 25 de enero de 2016

Sound Of Confusion, debut glorioso




(Lamento que, por alguna razón, el cuadro inicial sólo se visualiza entero en ordenador. De todos modos, si estás con el móvil puedes darle a ver visión web y lo leerás también. Disculpad las molestias.)



¿qué tenemos?
Un LP de 1986 (1.994 la reedición)
Nombre
SOUND OF CONFUSION
Grupo
SPACEMEN 3
Discográfica
GLASS RECORDS
Integrantes
PETER KEMBER (guitarra; feedback, crea los muros de sonido que llenan el disco); JASON PIERCE (guitarra, voces); PETE BAIN (bajo); NICHOLAS BROOKER (bajo, percusión).
Duración
39:55 el CD original, 1:12:30 la reedición.
Influídos por
STOGGES, MC5, SUICIDE, VELVET UNDERGROUND
Influyeron en
LOS PLANETAS por ejemplo, sin salir de España.
Te molará si te gusta...
El churrasco poco hecho, ver el mar rompiendo contra las rocas durante horas, formas diversas de depravación artística.



                                                          (CRÍTICA DISCO)


Bicéfalos (con la dupla Jason Pierce-Peter Kember al mando) y singulares, los Spacemen 3 se estrenaron con el Sound Of Confusion que hoy reseño, si es que mi ordenador- a punto de caerse a pedazos- me lo permite.

Estas bestias de Rugby (Reino Unido) llegaron a la escena musical con valentía y originalidad bajo el brazo, y eso que varias canciones de este álbum debut directamente son covers: Mary Anne “pertenece” a Juicy Luicy, Rollercoaster a los 13th Floor Elevators y Little Doll a los Stogges, cuya sombra planea a lo largo del disco, incluso la última canción -O.D. Catastrophe- remite a T.V. Eye. Y sólo hay siete temas en total.

Entonces, ¿qué hay de nuevo, amigos? Vagancia, diría la razón; irreverencia, el corazón. Unas ganas enormes de contar de nuevo la vieja historia del rock, pero a lo bastardo. Algo tienen estos tipos que les hace únicos: no es cuestión de habilidad, similar a la de otros grupos, más bien talento y visión.

Nuestro viaje comienza con la distorsión despertando enfurecida de un dulce sueño, asciende hasta su límite físico y allí se mantiene durante 40 minutos.

Ya en la iniciática Losing touch with my mind se escuchan los tímidos quejidos de una sala de grabación que no da para más…y lo que le queda. Estamos ante un caso flagrante de explotación laboral, como si dijeran: “bah, si se rompe, ya compraremos otro ampli.






Spacemen 3 (éstos, jueveniles; los de The Perfect Prescription; los que partieron en dos; todos) son al rock lo que Qué vida más triste a la comedia española.

Una simpleza que asusta, en la que sólo artistas de su talento podrían mantenerse sin llegar a esperpentos vacíos como Gym Tony. Con los demás grupos dices: joder, esta canción “x” es igual a aquella antigua “z”, vaya mierda, y su mayor preocupación debería ser no repetirse.
En cambio, los Spacemen 3 tocan 10 minutos un solo acorde, y nunca piensas que te estén timando. Es como si Messi se fuera de siete con el mismo regate, dirías: ¡la ostia! No les hace falta sudar, ni mucho menos hacer un solo, jamás saldrán de la habitación del “Josebas”; arte y vida en estado puro: mejor poco hecho que prefabricado, la carne aún sangrando.



Tres escenarios, dos colores, un sonido.

Las canciones son un par de retazos, en realidad bastante vulgares –no seamos tan fanboys/fangirls como para negarlo- a partir de los cuales improvisan, pero no ellos, estáticos y repetitivos; sino los amplificadores, debatiéndose entre esta y una vida mejor, fundiendo el sonido “limpio” de las guitarras con una distorsión poderosa, que aquí tiene el don de la ubicuidad. Y en ella se pierde tu mente mientras que Jason y Kember podrían poner monos amaestrados a hacer su trabajo… ¿o no?

Porque el resultado –ciertamente irregular, el grupo aún está lejos de su cima, apenas sale del cascarón- es antes que disco experimento artístico, tesis doctoral en la universidad del decibelio.

Un tratado revolucionario de cómo mantener un par de acordes hasta el infinito, con el objetivo mesiánico de hipnotizarte, sin que el fantasma del aburrimiento haga acto de presencia.

Aunque las técnicas que aquí muestran serían perfeccionadas en posteriores discos, éste tiene a su favor ser el más explosivo, de una cutrez peligrosa, como si pillaran a drede un mal equipo de sonido –del chino, preferentemente- y lo destrozaran sin tocarlo durante toda una noche de luna llena, dándole dos opciones, fallecer o morir, que diría Loulogio, recientemente resucitado para la causa, no sé cuál/ pero es divertido.

¿Qué ruido hace un altavoz al estallar?


   (sobre la reedición)

El disco definitivo para escuchar con gafas de sol a las cinco de la madrugada. Y por si alguien se siente insatisfecho, la revisión de 1994 viene con nueva portada y unos cuantos regalitos, entre ellos un directo de Rollercoaster cuyo inicio acojona más que la última de Saw, y su final es pospuesto hasta la implosión sónica, mientras se cuelan desgarrados gritos de un público que parece poseído, como si estuvieran todos... sí, has acertado, en una montaña rusa: Rollercoaster.

Y el mayor logro es precisamente que la atracción es totalmente plana, sin loopings ni mierdas, tu vagón permanece estático en su raíl pero aún así es emocionante. ¿Cómo? Preguntádselo a ellos. El secreto mejor guardado después de la fórmula de la Coca-cola.

Nada efectista, todo efectivo. Si comparas a Muse por ejemplo con este grupo, llegas a conclusiones curiosas. Más aún: me parece prácticamente imposible que te encanten los dos a la vez: o los Spacemen 3 te parecen aburridos, o Muse sobreactuado; y el de los dos que menos te guste, pretencioso. Seguro que odian mutuamente su música, o lo harían en caso de conocerla.

¡Hey, que aún hay más! Esta nueva revisión también trae un demo de 2:35 y versiones primerizas de dos cancionazas como son Feel So Good y Walkin’ With Jesus, las cuales aparecieron por primera vez comandando aquel todavía mejor que fue The Perfect Prescription… pero ésa es otra historia.


“Well, here it comes…
Here comes the sound…

The sound of confusion…
The sound of love.”


           Que estoy pensando... no me ha quedado tan mal la entrada al final... ¡toma, toma y toma!


Venga, prometido escribir algo sobre Qué vida más triste  en cuanto haya terminado de ver las siete temporadas.      



La discografía de los "exploradores del espacio", que son tres, Jason, Pete y tú mismo, se compondrá de virajes en torno a este estilo propio que nunca abandonarían, porque al contrario que otros grupos los Spacemen siempre fueron, como mínimo, ellos mismos, recluídos en su cueva hasta que se derrumbó (no a golpe de feedback, sino de disputas internas). Y eso no es poco.
Cuando Jason Pierce se acercó al pop y Pete Kember a la pura experimentación sonora, supieron darle buena muerte al grupo y salvar su gloria.

                                                              


                                                                    Puntuación: 8,5

Losing touch with my mind: 10
Hey Man 9
Rollercoaster 8,5
Mary Anne 9
Little Doll 8
2.35 7,5
O.D. Catastrophe 7,5



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