lunes, 27 de noviembre de 2017

Plug and Play: el amor en la era de Internet

Videojuego/ Vídeo interactivo
Título: Plug and play
Plataforma: Móvil. Para Android e IOS.

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Dios mío, ¿estoy hablando de esto como una forma desesperada de reinvertir los 3 euros ¡3! que me ha costado una experiencia que apenas dura diez o quince minutos, como los coches de choque de la feria?

 ¿Qué es Plug and Play? Pues un juego sobre la dificultad de conectarse (no a Internet, sino al alma de otra persona) en el siglo XXI, o quizás sobre la artificialidad del amor en red. Sin apenas palabras, se deja todo el contenido a la libre interpretación de su espectador.

Nuestro viaje comienza con música episcopal, un ser corre en la oscuridad sin saber a dónde ir. Los diferentes sonidos del juego (puertas que chirrían al abrirse, ruido seco de pasos) consiguen transmitir una limpia y absoluta frialdad.

El dibujo, más básico imposible, en blanco y negro, nos lleva al simbolismo y abstracción. “Personas” indistinguibles, unidas por un entramado de cables que no parecen comprender (el jugador tampoco). Supongo que la idea es que nos preguntemos, ¿soy yo diferenciable entre la multitud? ¿Y si no tuviera rostro, o éste fuera las patillas de un enchufe?



Tráiler de la obra


Por sentido común, seremos mayoría los que nos quedamos con la sensación de habernos cruzado con una obra original “y poco más”, aunque ese poco podría ser muy interesante, sobre todo aquellos diálogos estilo Ok Computer (Radiohead, 1991), que para quien escribe suponen el pequeño pero latente corazón de la obra.

Diálogos cansinos, repetitivos y artificiales (de fondo, ahora suena lo más natural posible, unos pájaros en el bosque); gente que engatusa a otra para acercarse a ella, que utiliza al otro porque lo necesita. Vacío.

Y soledad. Mucha soledad. Tanto de quien busca desesperadamente atraer la atención del otro a través de una actuación fingida, como de quien es asaltado de repente y sabe que le están mintiendo. Soledad en solitario, y peor todavía soledad junto a otros, soledad siempre al fin y al cabo.

Máquinas prediseñadas haciendo cosas prediseñadas. Fantasmas de cartón piedra, un laberinto de ‘nadas’ y sentimientos sin casi sentimiento ya; como quien, al marcharse la inspiración, termina por pintar siempre el mismo cuadro o escribir esta frase sin fin o escribir esta frase [...]

 Una larga cadena de montaje de emociones en serie que no acarician y terminan cuando la luz se apaga. Unos buscan acercarse, otros huir; todo el mundo está dando vueltas, todo el tiempo. Internet ha matado la hora del cierre.


NOTA: 7


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