martes, 21 de noviembre de 2017

El rey de los deportes


La vida es un partido de fútbol muy importante. Llevas meses preparándote. Has comprado una bufanda del equipo que apoyas, un cojín pequeño porque los asientos están sucios y fríos, pipas para los nervios, tabaco, cerveza. Llenaste al completo el depósito del coche, hace un par de días. 

Hoy abandonaste tu casa sabiendo que no era temprano, pero no que fuera demasiado tarde. La carretera, muy lejos de mantenerse fija con respecto a su eje, serpentea incansable. Furiosa, burlona, da igual, los kilómetros se vuelven millas.

Y, por si fuera poco, llegas a un callejón sin salida, o a un campo que no es el que buscas, allí animan personas diferentes con distintas camisetas y bufandas; ellos, como en una dimensión paralela del Universo, insultan a otros árbitros, otros linieres que han levantado o no han levantado el banderín.

Alcanzas tu destino mucho más tarde, cuando ya ha terminado la primera parte, ambas porterías  encajaron muchos goles. Casi todo el pescado está vendido ya, la pasión de la mayoría de aficionados se ha convertido en ganas de irse; cabeza gacha, ojos fríos de olvidar, los hombros arrejuntándose como para no sentirse solos.




Esto es la vida. Un partido al que llegas en la segunda mitad. Te has perdido cosas, cosas importantes. Quizás una chilena, mejor todavía, el entrenador contrario ha llamado ¡hijueputa! a alguien, o le han partido la nariz a un defensa. 

Y puedes quedarte ahí, quieto y abatido y qué mierda, lo que queda pensando en lo que falta, echarte las culpas encima como una lluvia que a veces cae fina y otras inunda el pecho. Y perderlo todo, también lo que todavía tenías, sufrir el segundo tiempo más aburrido de la historia, golpeando las vallas casi sin fuerza, gritando con pocas ganas cosas que no ofenden a nadie.

Hay una broma muy buena de decirle a un amigo, cuando no ha querido ir a un sitio, "tío, lo que te has perdido, fue brutal esta vez, mejor que nunca, vino Roberto Carlos e hicimos un rondo". Pues esto lo hacemos nosotros con nosotros mismos. 

Y aunque hubiera aparecido Roberto Carlos, o Pelé, o Beckenbauer, la otra opción es:

disfrutar lo que queda, lo que toca. Aplaudir cada balón recuperado, increpar y hacerle el corte de mangas a la grada rival con la ilusión de un crío maleducado, preguntarle en amistosos gritos al árbitro si consiguió el carnet en una tómbola, recriminarle a niños de trece años que son unos inútiles, que salgan del campo, y, en fin, todas esas cosas que amamos y convierten al fútbol en el rey de los deportes.


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Fotografías extraídas de Photopin, créditos:

1- AUTOR: Armando G Alonso 
TÍTULO: The Sun says goodbye: game is over.

2- AUTOR: Keko Click 

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