sábado, 25 de noviembre de 2017

Breaking 2: Una maratón en 1:59:59


Docuemental
Título: Breaking2
Duración: 55 minutos
Año de publicación: 2017


--------------


Es difícil explicar el valor de Breaking2 a alguien que no practique atletismo y, por tanto, nunca se le escaparán lagrimillas de la emoción. Pero, aún así, lo intentaré. Huyendo, claro está, de conceptos científicos como el lactato, el VO2 Max o la economía de carrera. 

Uno debe aclarar en todo momento que esto de Breaking2 (es decir, un hercúleo intento de bajar de 2 horas en la maratón), no es sino una gigantesca campaña de publicidad de Nike, así como un ejemplo de que los que cortan el bacalao y por tanto ejecutan los más costosos proyectos hoy día son antes las grandes corporaciones que los estados, recordemos el caso ruso. 

A nuestros vecinos del norte parece ser que les dio un poquillo por el dopaje. Por el contrario, en este proyecto se entiende que los atletas iban limpios, pero eso no quita que no utilizaran otro tipo de trampas, por lo que la marca final de Kipchoge, 2:00:25, no se puede considerar válida federativamente hablando.

Porque no están permitido el calzado utilizado, ni las liebres intercambiables, ni correr detrás de un coche que te marca el ritmo con un puntero láser, así que estamos entre el atletismo federado y el frikismo, aunque no tanto como Justin Gatlin sancionado por dopaje corriendo delante de ventiladores gigantes, un montón de japoneses gritando su récord del mundo (menos oficial que unos gallumbos Adike). ¡Vaya celebración! ¡Sugoooooi! Que vuelva Humor Amarillo ya, por favor.


Como he reflejado ya, este documental no se trata sino de publicidad por parte de una empresa, pero de la buena oye, ojalá a alguna marca le de también por encontrar la cura de enfermedades, sería otra excelente campaña de promoción. Lovemarks les llaman. Además, es de valorar que no sean tan tontos como para restregarte por la cara sus zapatillas, sí, son muy bonitas, son parte del proyecto, pero ya está.
Los de Nike supieron "camuflarse" muy bien, sin tratar al espectador como un consumidor idiota, y logran producir algo artístico, humano e histórico.
La elección de los tres corredores que intentarían bajar de 2 horas en la maratón (recordar que el récord del mundo está en 2.02.57) parece de lo más cinematográfica, y queda muy chula en el documental, pues se trata de tres perfiles distintos que dan bastante juego.
 Por un lado, tenemos al mejor y el más veterano, la estrella Eliud Kipchoge (2.03.05). Por otro, al joven Lelisa Delisa, que ha ganado importantes maratones como Dubai y Boston, en dos ocasiones. Tengo que reconocer que me emocionó imaginar la felicidad culpable que debió sentir el atleta etíope tras su victoria y el posterior atentado, su difícil elección entre el egoísmo y la tristeza.
Aún hoy, Delisa busca asaltar del todo la gloria, superando sus 2.04.45. Por último, contamos con alguien tan interesante como Zersenay Tadese, a un abismo de ellos en maratón con sus 2.10.41, pero siendo quizás el mejor corredor de media maratón de la historia. 
Pero todos, en realidad, cuentan con muchas más semejanzas que diferencias: nacieron en la más estricta humildad. Tadese quería ser ciclista, pero no tenía dinero para una bicicleta; Kipchoge ya partía de una situación complicadísima para un niño, así que supongo que pensó "¿por qué no un poco más"? y se puso a correr.
Él, Kipchoge, es el verdadero protagonista, no solo por sus marcas, sino ya por su forma de expresarse a través de su propia vida. Este hombre tranquilo, que mantiene la calma aún al filo de la navaja, no tuvo padres, pero confiesa "nunca me he quejado y nunca me quejaré"
Es algo así como un héroe con el inestimable poder de la risa, con ella le plantó cara al diablo de la extenuación, y al entrar en meta más rápido que nunca nadie antes, pero por encima de su objetivo; al mismo tiempo destrozado y derrotado, sonrió. 
Que conste que habrá poca gente más escéptica que yo con las frases de auto-ayuda. Escucho a una proeza sobrehumana de deportista, con una calidad natural como para desplazarse a 2.40 minutos el kilómetro saludando a ambos lados sin sudar, decir que "no se corre con las piernas, se corre con el corazón", y me quedo así:
Pero te va ganando poco a poco. Es como la tortura china ésta de la gota en la cabeza, gesto humilde a gesto humilde se va dibujando la silueta de un personaje histórico, poseedor de una rareza extraña, casi divina, en este mundo de gente brillante por fuera y vacía por dentro, experta en imponerse por encima de los demás, por dichos, no por hechos. El mundo de la política, que lo ha contaminado todo, digamos.
Kipchoge ha declarado, y a estas alturas es poco menos que Jesucristo: "No puedes entrenar solo y esperar correr más rápido. Hay una fórmula. El 100% de mí no es nada en comparación con el 1% de todo el equipo". 
Ha triunfado, es uno de los mejores fondistas de la historia, pero vive humildemente con su familia, demostrando una superioridad moral apabullante al no mostrar, físicamente, ninguna. Su casa es como la de cualquier obrero. Ahí está. Es que Kipchoge, trofeos, medallas, campeonatos y todo, ES un obrero, y la maratón muy jodida. Ponte chulo que no llegas al décimo kilómetro. 
Este señor respalda mi teoría de que las experiencias de sufrimiento intenso, si no te matan, ni te traumatizan y te convierten en una sombra amarga de lo que podrías haber sido, acercan tu espíritu a algo parecido a la plenitud. Y puedes encontrar una astronomía cercana en el sabor del día a día. 
Eliud Kipchoge, sentado a la mesa con sus hijos, parece un niño pequeño, y, un rato después conversando afuera, un respetable anciano, tras las arrugas que abonaron en su rostro los años, la delgadez y el duro esfuerzo. Entonces, ¿qué es? ¿Un héroe? ¿Un obrero? Un extraterrestre nacido en la Tierra.

NOTA: 8,3


No hay comentarios:

Publicar un comentario