Libro: Emma
Autora: Jane Austen
Número de páginas: +500
Género: Comedia romántica
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Allá por 1815 (ya ha llovido, incluso en el desierto), la célebre escritora Jane Austen presentó este libro en sociedad, y si la vida, según Pessoa, es un valle de lágrimas en el que raras veces se llora, ésta es una comedia en la que raras veces se ríe; pero sí aprendemos ciertas consignas morales que algunos, ahora veremos, quieren llevar a la política.
Sin ningún afán de destripar el argumento, Emma es la historia de una acaudalada joven que cuenta con diversos quehaceres en su vida, como la lectura o la música, pero no los suficientes para su total entretenimiento, así que se dedica a participar activamente en la vida amorosa de los demás; aconsejando en lo que ella misma debería ser la aconsejada. Sus errores no le hacen enmendar, y así la trama continúa...
Uno termina la obra con la sensación de que su experiencia mejoraría si se redujese inteligentemente un quinto de su grosor. En todo caso, es una gran novela, aunque seguramente no la mejor de esta autora. La revaloriza el ser un grato instrumento para recordar esa época feliz o aciaga de matrimonios concertados, posiciones sociales marcadas desde la cuna, paseos a caballo y amores tímidos.
A lo que íbamos: Federico Jiménez Losantos ha desplazado el sentido y moraleja de esta obra a la política, defendiendo que, si has leído Emma, nunca votarás a Podemos. Aquí podéis leer el contenido completo, pero os dejo el final, donde da sus argumentaciones clave:
“Hay gente con fatuidad ciega y adicta a la
autocomplacencia que cree que sus buenos sentimientos justifican y absuelven
los desastres que provocan.
Aunque la realidad demuestre que el juicio de uno
puede -y suele- estar equivocado, porque hacen falta muchos datos para formar
un juicio, existe un tipo humano, el que los hayekianos llaman ingeniero
social, que se cree capaz de resumir en un rato o en un folio lo que a
varias generaciones les ha llevado siglos entrever, y aun así, humildemente, no
acaban de ver claro.
La tragedia moral de Emma es que, en esa
búsqueda del principio del placer que es el continuo recrearse en su supuesto
talento, es absolutamente incapaz de acceder al principio de realidad, que pasa
por ponerse en el lugar del Otro, o sea, de la Otra.
No le importa lo que lo que
su amiga siente porque ya siente ella por su amiga. No escucha lo que su amiga
dice porque está muy ocupada escuchándose.
Y no acaba de vivir enajenada y de enajenar a
otros hasta que no prueba en sí misma la medicina del error, hasta que no ve lo
ciega que ha estado ante sus propios sentimientos y lo tonta que ha sido (...)
Ni que decir tiene que tras
leer Emma -hay muchas ediciones, la más austeniana es la de Alianza
Editorial- uno acaba convencido de que no hay que pasarse de listo con los
demás ni ser muy tonto con uno mismo, solidísimos principios que, como es
lógico, durarán el tiempo de un vermú.
Lo que me parece imposible es que un
lector de Jane Austen acabe militando en Podemos. La vacuna de la novela
rosa liberal puede con el bacilo rojo del sabelotodismo.”
Pero, lo más importante, ¿qué opináis?
Foto del piano extraída de Photopin, créditos
Kate. Get the picture. <a href="http://www.flickr.com/photos/71396955@N05/14320146790">_DSC9881</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nd/2.0/">(license)</a>
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