martes, 3 de mayo de 2016

CAMINANDO SOBRE LAS BOMBAS (¿no sois unos yonkis de la adrenalina?)




Reflexión a partir de el reportaje de Jon Sistiaga para Canal+ llamado "Caminando sobre las Bombas", accesible en Internet (Youtube, Vimeo...) Aunque no es necesario haberlo visto para entenderla... se puede extrapolar a la gran mayoría de reportajes "de investigación" que se hacen en España.

Rutina de trabajo
Me llama la atención cómo ordena a las fuentes de información no por su transcendencia en los acontecimientos ni por su conocimiento profundo, sino que les da crédito a los que digan lo que quiere escuchar, porque Sistiaga llega al país con sus conclusiones ya hechas, curiosamente las mismas que cualquier persona tiene de cualquier conflicto, sobre todo cuando no tiene ni idea de sus causas, culpables y consecuencias. En conclusión, Sistiaga se preocupa de grabar personajes que constaten su sapiencia, quedando como un rey mientras retrata una guerra atroz, inexplicable (porque nadie nos la ha explicado todavía, y él desde luego no va a hacerlo). 
Sistiaga no duda de nada, no se transforma intelectualmente en el proceso- imposibilitando que eso le ocurra al espectador-, así que al final este reportaje es menos moderno que El Quijote. Aunque yo defienda personalmente a las fuentes anónimas –bien utilizadas, claro está, dando voz a todas las versiones-; no creo que una de estas personas deba aparecer más de una vez a lo largo del reportaje, al final sólo es una opinión entre miles o millones, sin datos externos, podría estar viviendo todo desde dentro de “la caverna”, tal y como denunció Platón. 

El taxista cobra demasiado protagonismo, pero me encanta ver como Jon le sopla en la nuca, da la impresión de que si no dijera lo que él quiere, le daría una colleja, y vuelven a grabar la toma. Demasiada familiaridad con la fuente.
También habla con el coordinador de ayuda humanitaria, pero como no está de acuerdo con su punto de vista, y en este documental sólo puede verse uno, lo despacha muy rápido. No hay espacio para el debate, Sistiaga prefiere filosofar sobre la belleza hipnótica del angosto desfiladero del río Panishir, donde se imagina a los muyahidines corriendo ladera abajo… bla bla bla.


Un angosto desfiladero como los que le molan a Sistiaga. Foto de Andrzej  Otrębski

 
Se persigue una concatenación de metáforas alrededor de lo mala e injusta que es la guerra, sin aportar verdadera información de peso. Sistiaga intenta “lucirse” como alguien sensible y preocupado por las causas ajenas, pero si realmente lo fuera realizaría otro tipo de documental, porque esto, de tan descafeinado, remueve las conciencias menos que un tweet.
Frases y situaciones que parecen llenas de valores y significados pero en realidad están vacías, como las letras del último éxito de los 40 Principales: ¿qué aporta al asunto a tratar que los dos periodistas entrevistados salieran en una fotografía con Bin Laden? Para mí es lo mismo que si dijera que son buenísimos al pin-pon. Tal y como lo veo, es sólo la excusa para justificar una entrevista totalmente innecesaria para el documental, con la que en cualquier caso no se llega a nada.

El estilo periodístico de Sistiaga
“Poético” e invasivo. Intenta todo el rato crear una especie de metáfora, quedándose a medio camino entre la belleza estética y un documental riguroso, sin alcanzar nada de ello.
En ocasiones se sale de su papel, poseído por las musas, y suelta barbaridades como éstas:

“vamos en silencio, rumiando nuestra propia insensatez. Dos bombas en un día desafían cualquier consulta al sentido común. Así que te acuerdas de todos los tuyos y tratas de pensar en otra cosa. Y sudas. Y el miedo se te escapa por todos los poros. Y te pones el casco, y te lo quitas, y te lo pones en el culo (sic). Te lo vuelves a poner y te duelen las sienes de tanto palpitar. Y se te seca la garganta. Y sonríes de manera nerviosa al soldado que tienes enfrente, le ves en sus ojos cómo se está partiendo de risa con tu propia angustia”.

 Lo gracioso es que, mientras dice esto la voz en off, Sistiaga no parece en absoluto nervioso, sino que tiene la mirada chulesca de todo el documental. En vez de grabar el reportaje, Jon debería haber escrito un relato bélico. Este estilo del “nuevo periodismo” está muy bien para ciertos asuntos (entrevistas, por ejemplo) pero no para tratar una guerra tan desconocida para el primer mundo, porque lo único que hace es solidificar los prejuicios que ya teníamos, al ser todo tan brumoso. 

Es interesante cómo en los últimos cinco minutos, para cerrar, se pregunta, rodeado de tanques:
“¿quién compró esto? ¿quién lo vendió? ¿quién se hizo rico llenando este país de Kalashnikovs y cañones?". Hace el examen, y luego empieza a estudiar. La “conclusión” de un reportaje de Sistiaga es sólo el punto de partida para un reportaje de periodismo de investigación verdadero. No sólo no te da la respuesta a ninguna pregunta, sino que siente que al repetirlas sin más su trabajo está hecho, enloqueciendo a cualquiera que tenga afán de saber algo más.

 Sus frases buscan el morbo, que en ocasiones incluso es estúpido:
 “ Cairo (un médico de la Cruz Roja) ha curado muchos afganos, ha visto muchas heridas, muchos mutilados, una media de 3 pacientes nuevos al día”.
 ¿A quién le extraña eso? ¡Es un médico en zona de conflicto! Es como hacer un reportaje sobre prostitución, y decir sobre alguien del gremio: “ha saciado las ganas de hacerlo de mucha gente, ha visto muchos miembros viriles, mucho sexo”. Detalles escabrosos que sólo aportan redundancia, se recrea retratando obscenidades que ya dábamos por hechas, sin aportar datos relevantes sobre ellas, como si no le hubiesen explicado las 6W en la facultad.

Más ejemplos: 
lo peor de todo es que las bombas no piensan”,
“se arriesgan a saltar por los aires para que otros soldados no salten por los aires”,
 “notamos que nuestra tensión se dispara hasta límites de colapso”,
“normalmente no grabamos a personas que conocemos y que incluso apreciamos mientras se juegan la vida, y Kendall está, literalmente, caminando entre bombas, ¿y si pisa una?, ¿y si explota?”
“no sois unos yonquis de la adrenalina, ¿entonces?”. (Impagable esta última, gracias Jon).

La sección de lo sexual viene representada esta vez por una militar diciendo “sí, hacemos bastantes bromas con la posibilidad de morir reventada por un ANAL”(tipo de explosivo). Lo peor de todo ya no es que graben esta parte con la cámara, y la incluyan en el montaje después, sino que el bueno de Sistiaga no puede aguantarse y repite después la coña. Es decir, por un lado nos cuenta chistes que no hacen gracia, por otro nos quiere hacer sentir mal con moralina barata y catastróficos estados de cosas, sin saber en ningún caso quién es culpable, ni quién la víctima, lo importante es grabar gente desactivando bombas a ver si estalla una.
Otras sentencias son puramente innecesarias, porque esto en realidad, más que un reportaje en profundidad, es un “21 días con personas afganas y militares”.
Nos da igual si Sistiaga se aburre, está nervioso o tiene miedo, así que no aportan nada cosas como
“ Mahtab nos recibe en su casa junto a su marido, también médico, y nos atiborran de comida”,
“hay que caerles bien y esconder nuestros miedos…porque estos son unos tipos muy duros”,
 “¿te permiten fumar puros afganos en Afganistán? / y contesta el soldado: “bueno, realmente este es nicaragüense”.

Pero para recordar especialmente ese “qué fino el tío, ¿eh?, me ha cogido la pernera del pantalón con su pinza”, la situación en el país con las bombas es dramática pero ahora está jugando con un robot buscaminas como si fuera su perro. Otra muy buena es cuando sube con el cámara a un comboy y suelta: “tácticamente no servimos para nada, somos un estorbo”. Está bien resaltarlo, quizás alguien después de toda la parafernalia ya estaba pensando que eras Iron Man.

En cuanto a lo invasivo, recordemos cuando entra a entrevistar al médico, todo falsísimo: Sistiaga está hablando al cámara, camina y éste le sigue por el pasillo en un plano-secuencia estilo Birdman, llega a la consulta y empieza a hablar como si nada con el doctor, sin previo aviso. Así queda mucho más fluido, pero no es una película, sino un documental. De hecho, estamos ante un buen actor, que se come el escenario. De repente aparece con algo en la mano y pregunta: “¿esto es una bomba trampa”? Le faltó gritar: “¿esto explota? ¡joder, decidme que ya desactivasteis esta, cabrones, que la cogí sin querer!”
 
Se toma unas confianzas a tener en cuenta. Yo no le invitaría a mi casa, desde luego. Está descansando un soldado, comenta el pobre cómo de vez en cuando le gusta convencerse de que no está en Afganistán. Y contesta Sistiaga, intransigente: pero lo estás. Me quedé de piedra.

¿En qué momento del documental el personalismo del reportero se impone sobre la temática?
 Desde el primer minuto, con esos rótulos y explosiones que ocupan toda la pantalla, quizás para llenar un vacío. Recuerda a una película de Transformers, mucha metralla y poca trama, inconsistente. Este “personalismo” empieza a ser significativo con la metáfora de las palomas. Cuando se ha visto ya a un militar dándoles de comer, y se he explicado la razón, ¿qué sentido  tiene ver a Sistiaga haciendo lo mismo, como si fuera el Papa? ¿Qué aporta ver a los niños volando cometas, aunque a  Jon le inspire unos versos? Más que un reportero al uso, parece un turista que gracias a los contactos que consigue Canal+ entra y sale de un país peligroso bien vestido, sin mancharse y con un montón de fotos chulas (poses incluidas) para fardar por ahí.

De personalismo aquí podríamos hablar mucho, ¿qué necesidad hay de grabar ese viaje en helicóptero, sino para demostrar a sus amigos que se atrevió a subir, y erigirse como el próximo Calderón de la Barca con este –cito textualmente, aunque parezca increíble-:
“tengo la sensación de que nos vamos a desplomar contra ese pueblo. Cuando aterrizamos, tengo el estómago pegado a la garganta y alguien me dice suerte, cuidado con dónde pisas”.

Se nota que no hay un esquema muy claro, él viajó a un país distinto y te habla de lo que se fue encontrando. ¿A qué viene la parte de “gente a la que le interesa que siga la guerra”? ¿Acaso que los sastres estén ganando un salario gracias a reponer uniformes es la causa de que ésta no acabe? ¿O es culpa del que sirve los cafés, que también aparece, prácticamente criminalizado? Esta parte me pareció la más lamentable, periodismo de preescolar. 

También hay momentos hipócritas. Sistiaga se queja de los supuestos lujos alrededor de los militares que están arriesgando su vida, y luego él va a entrevistar a uno con su polo nuevo de Lacoste, en un sitio pobre como del que estamos hablando. Realiza una breve disertación sobre el humor negro de los militares, pero él bromea con uno, cuyo hermano también está enrolado en el Ejército: ¿una familia explosiva? ¡Se supone que vas a hacer un documental sobre los encargados de desactivar bombas, y cómo se juegan su vida por mejorar la dramática situación del país –que tú mismo has descrito- y ahora sueltas esta burrada a la cámara! Incomprensible. Si se le hubiera ocurrido a José Mota en una parodia de Sistiaga y su programa, lo habría descartado por demasiado brutal e inhumano, no habría pasado la censura de la Tve. Después de esto, todo el toque “humanitario” me pareció ya parte de la pose.
 
¿Qué aporta este trabajo a la sociedad?
Nada.  Ya he escrito mucho así que creo merecerme poder dejar esta pregunta casi en blanco, quizás conocer a Radiohead (su canción The National Anthem abre el documental). Puro entretenimiento. No aporta al conocimiento, sino más bien al desconocimiento que lamentablemente padecemos sobre estos asuntos.
Influencia mediática (a fin de cuentas consigue que le financien un programa “para él sólo”, y la gente lo ve, a pesar de que su visión particular se imponga todo el rato); desprecio de la objetividad, aderezando sus reportajes con las palabras y frases que se le van ocurriendo; entrevistas cortas y superficiales (simplemente escuchar sus propias conclusiones en la boca de otra persona para que no esté el mismo hablando todo el rato y sea menos monótono), juicio moral desde el comienzo,  situación del periodista en la zona considerado como algo “noticiable”, cámara oculta. Y explosiones. Muchas explosiones.


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