domingo, 12 de febrero de 2017

BREVE HISTORIA DE LA FELICIDAD: PARTE 2




-Si aún no has leído la primera parte, pincha aquí.-

Epitafio 5
“Aiatio Apro, de 70 años de edad. Aiatia Eurídice levantó este monumento a su padre”.

Los romanos prefirieron un retrato más realista que el griego, el cual no se basaba en la figura a representar sino en una serie de arquetipos que idealizaran los rostros de sus líderes acercándolos entre sí y a los dioses. Esto no significa que los retratos romanos sean fiables, es muy probable que se eliminaran aquellos rasgos más imperfectos. “Es como el Photoshop”, comenta una señora del grupo para la visita guiada (seremos unos veinte). Las verrugas, el estrabismo, las narices torcidas no han pasado a la posteridad, gracias al filtro de los artistas. Pero desde luego los emperadores romanos querían que todo ciudadano supiera quiénes eran, así que es indudable un cierto realismo, quizás el mínimo para conseguir un equilibrio en el doble efecto identificación/ deificación.

De la sala XX puede llamar poderosamente la atención que se exhiba un gigantesco antebrazo, perteneciente a una estatua colosal, la cual estaría dedicada con casi total seguridad a un Emperador, pues sólo su figura y poder justificarían tales proporciones y trabajo. ¿Dónde está el resto del gigante? Una explicación muy plausible se basaría en cómo el mármol se puede convertir en cal, y de Itálica se sacaban materiales para la construcción, así que muchas esculturas fueron utilizadas para tal fin, machacándolas hasta conseguir tan "práctica" transformación. 

Epitafio 6
Pasajero: Romulesia, de nueve años de edad, aquí descansa”
.
El centro de la sala XXI ha sido bellamente ocupado por una fuente con motivos marinos en la que no hay dos peces iguales. Llama la atención, en las tablillas funerarias donde se describen la edad del muerto y sus características; que aunque aparezcan esclavas muertas con 30 ó 17 años, niños enterrados antes de la mayoría de edad, etc. haya dos caballeros romanos que sobrepasaron los 70 años, en pleno siglo III. Esto pone de manifiesto cuatro cosas: que las diferencias sociales existentes no sólo determinaban cómo se vivía, sino cuánto; la explotación de los jóvenes esclavos y la alta mortalidad infantil de la época; pero también los grandes avances romanos en ámbitos como la higiene (recordemos el eficaz desarrollo del alcantarillado de las ciudades, por ejemplo). Obviamente, no fue el único aspecto mejorado por su avanzada tecnología. El acueducto de Tarragona se construyó en el año 20 a.C. por orden del emperador Augusto. Lo interesante del asunto es que durante toda la Edad Media y hasta bien entrado el siglo XIX (un período cercano a los dos mil años), en la ciudad no volvieron a tener agua corriente.

Panem et cirsenses; pan y circo: ninguna construcción superó en capacidad al Coliseo hasta el siglo XX. Es una obra de ingeniería brutal para su época, tanto, que Beda el Venerable dijo de él: “mientras siga en pie el Coliseo, seguirá en pie Roma. Cuando caiga el Coliseo, caerá Roma. Cuando caiga Roma, caerá el mundo.” En el Coliseo a la vez se hacían visibles y se calmaban las graves diferencias sociales en la ciudad romana. Perfectamente podía albergar más de cuarenta y cinco mil espectadores, miles de combatientes y cientos de bestias encerradas en sus galerías. Traían animales salvajes de todas las tierras bañadas por el Mediterráneo, incluso del actual Reino Unido que acaba de separarse de la Unión Europea.

Como estamos hablando de un mecanismo de propaganda, apropiación de voluntades y consecución de votos; se produjo una progresiva espectacularización, hasta perder la capacidad de sorprender: escenas de jungla, representaciones de batallas navales con miles de participantes, peleas entre animales furiosos de diferentes especies…Las combinaciones de bestias rápidamente se agotaron. Al menos, el promotor quedaba en la memoria de los ciudadanos como hombre espléndido y generoso, asistían tantos como para llegar a morir gente aplastada. Dos senadores llegaron a morir aplastados en los espectáculos que Julio César promovió tras su victoria en la victoria del Rubicón; y haber llorado a los pies de la estatua de Alejandro Magno, angustiado por no haber conseguido nada importante, en contraste con él a  la misma edad. Al final, como le pasaría a tantas estatuas, ni el Coliseo se salvó de ser cantera de Roma, para palacios de aristócratas.

Epitafio 7
Eusebia, clarísima fémina, vivió 32 años, 9 meses, descansó en paz el día 20 de mayo de la era 559”

Con el objetivo de favorecer el reclutamiento para unas siempre ambiciosas campañas, servir en filas fue convertido en uno de los más eficaces medios de promoción individual y social. Un diploma militar te permitía conseguir la ciudadanía romana, propiedades…
Los mayores problemas fueron su conversión en la fuerza dominante del Imperio, por encima del Senado, y la constitución por parte de ambiciosos generales  de ejércitos privados, provocando guerras civiles y todo tipo de conflictos por el poder.


 A Marco Catón se le atribuye la frase: “César es el único, de los que intentan dar un golpe de Estado, que está sobrio”. Además, el César fue buen escritor, narrando con solvencia sus diversas campañas para la posteridad. Cuando sus soldados estaban aterrorizados por las fuerzas enemigas, y las leyendas y verdades que sobre ellas les habían contado; no les tranquilizaba negando o quitándole importancia a la bravura del rival, sino exagerándola aún más con sus mentiras. Daba a su equipo armas guarnecidas de oro y plata, para incitarles a combatir mejor, por el miedo a perderlas. Tenía un gran afecto por sus soldados, y gracias a ello consiguió que al principio de la guerra civil le quisieran servir sin pago a cambio, e incluso los más ricos se hicieron cargo del sustento de los que no tuvieran esa suerte. Esta unión les proporcionó una entereza casi sobrenatural: según Suetonio, su soldado Casio Esceva, después de que le arrancaran un ojo y atravesaran el muslo y la espalda, habiéndole taladrado el escudo ciento veinte golpes, continuó peleando y defendiendo la puerta del fortín, que le había sido confiada.Y, además, Julio volvió a levantar la estatua de Pompeyo, su enemigo, que la plebe había abatido.



El comercio romano no podría entenderse sin las ánforas. De hecho, hay un monte artificial en Roma, el Testaccio, hecho con los cascotes de ánforas rotas que venían de la Bética; para transportar trigo, aceite, vino... Las ánforas eran utilizadas sobre todo para el transporte por mar, llevándose usualmente colgadas por fuera de los barcos, ya que eran muy pesadas para el comercio terrestre. Y los puertos solían ser arenosos, de ahí su extremo puntiagudo: para clavarse bien en la blanda superficie de la orilla.

La sala XXVI ya da un salto hacia la época de los visigodos en la Península. Se enterraban con sus objetos de adorno personal, por lo que de la riqueza o pobreza de sus ajuares se puede deducir su posición social. Esto es un cambio esencial en los ritos funerarios, ya que los romanos acostumbraban incinerar los cuerpos. En caso de enterramiento, se ubicaba en las afueras, mientras que en tiempos cristianos, en busca de la clemencia divina y como consecuencia de un fervor religioso en aumento, las familias lucharon por ser enterradas lo más cerca posible del templo.

 Los visigodos piden ayuda al emirato del Norte de África y acaban siendo conquistados por ellos, así que la última sala de exposición trata del Islam en España, transmitiendo a partir de diversos objetos y descripciones los matices de una vida ya muy distinta.

Epitafio 8
“Oh, visigodos, los hombres creed que las promesas de Dios son ciertas, no os dejéis seducir por las promesas del mundo, ni os aparten de Dios los engaños del demonio”.

Fue la misma capacidad la que hizo sobrevivir a la especie humana por encima de las demás durante el Pleistoceno, y unos pocos milenios después crecer al Imperio Romano más allá de los límites imaginados: adaptación. Durante aquel periodo prehistórico se alternaron intervalos de frío intenso con otros cálidos. Animales formidables como el mamut, el rinoceronte lanudo o el oso de las cavernas perecieron en masa debido al calentamiento del clima que aún perdura en la actualidad. Los hombres y mujeres prehistóricos, en cambio, consiguieron modificar su comportamiento en función de estos cambios, sobreviviendo así a ellos.

Y mientras que la historia de Grecia es la historia de los griegos, todos los entornos del Mediterráneo contribuyeron a la formación del Imperio Romano y su cultura. Al final, el sueño de Alejandro Magno (la unión de los pueblos del Mediterráneo) fue realizada por Roma. Los ejércitos, por eficaces que sean, no pueden explicar una victoria tan brillante y colosal; pero sí la adaptabilidad romana. El Estado romano ofrecía la ventaja de la unidad (tan útil para el crecimiento económico); y no exigía excesivos costes: fidelidad política e impuestos no muy altos. Se permitió a unos hablar su idioma, a otros venerar sus dioses. Y Roma reconoció, asumió y difundió los logros de los pueblos sometidos. El milagro del conocimiento técnico, científico y artístico en expansión, e interconectado: ya no hace falta descubrir las cosas dos veces.

Epitafio 9
“Consagrado a los Dioses Manes, Marco Calpurnio, decurión. Quienquiera que desees llorar mi destino en esta lápida, contén un momento tus lágrimas. Es mi padre quien es digno de compasión por lo injusto del azar: haberme perdido a mí, un hijo querido, y entregado al sepulcro. ¡Qué felizmente viví  veintiséis años, seis meses y ocho días! Aquí estoy enterrado, dejando a mi pobre padre abandonado. Mi desgraciada madre, dándose golpes de pecho, y mi hermana desdichada, lo acompañan ambas en su llanto. Mi querida esposa, a la que he dejado con un niño pequeño, una madre irreprochable, viuda ahora, me sobrevive. Ella ha preparado mi tumba. Llorad mi cuerpo en la fosa profunda, queridos padres, y vosotros que habitáis el reino de los mortales: aquí estoy enterrado y en paz descanso. Séate la tierra leve.

Cuenta Suetonio en su famoso libro Historia y vida de los césares que el Emperador Domiciano, en sus últimos días, soñó con una loba de oro que saltaba sobre su nuca, y aquello fue sentido por él como presagio de un período más próspero y feliz para el Estado después de su muerte. Tenga o no algún fundamento la anécdota, lo cierto es que los siguientes fueron buenos gobernantes para el Imperio.
Estos últimos días, de puro cansancio no he soñado con nada, y mucho menos una loba dorada, pero espero que este pequeño reportaje ayude a concienciarnos del tesoro que tenemos todos los amantes de la ciencia en la ciudad de Sevilla; un legado con valor cultural incalculable que sobrevive con escasa financiación. Puede que mañana sea demasiado tarde, y no quede nada de él al igual que ya no quedan  Imperios y reinados que marcaron el rumbo del mundo.

Y ahora es cuando pido disculpas por lo injustificado del título; la felicidad es un asunto del presente. Si no estás contento ahora, no lo estarás nunca; si lo consigues ahora, quizás siempre. Es cuestión de respirar, mirar a cámara y guiñar un ojo: "todo va bien".


Fotografías extraídas de Photopin, créditos: 

1-granvendaval <a href="http://www.flickr.com/photos/13605167@N00/31611549736">Arde Roma</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/">(license)</a>
2- R.Halfpaap <a href="http://www.flickr.com/photos/54476864@N07/30568852143">The colloseum in Rome</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nd/2.0/">(license)</a>

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