viernes, 11 de diciembre de 2015

NOWHERE



 Nombre: Nowhere. Se traduciría como "en ninguna parte, en ningún sitio". Un lugar con sus propias reglas, desconectado del resto del Universo, insumiso a sus leyes y degradación. El País De Nunca Jamás particular de unos chicos de Oxford. Quizás también el tuyo.

Grupo: Ride. Formado en 1988, disuelto en 1996 tras años de crisis interna. Se reúnen en 2014, en principio solamente para hacer directos.

Estilo: Es una propuesta de shoegaze (o shoegazing) no muy exigente ni radical, con reminiscencias de psicodelia, jangle pop o dream pop; paradójicamente considerado una de las obras cumbres del estilo a base de calidad, aunque no termine de identificarse con él.

Duración: 37 minutos 27 segundos la versión original de 8 canciones;  se le irían añadiendo hasta 7 más: Taste, Here and Now, Nowhere, Unfamiliar, Sennen, Beneath y Today. Aunque inevitablemente desdibujen la imagen sonora del disco, continúan de forma más que digna la obra de los ingleses.

Miembros: Laurence Colbert a la batería y Steve Queralt al bajo; Andy Bell y Mark Gardener como guitarristas, vocalistas y compositores principales. Bell incluso prueba al piano y con la armónica. De hecho surgirían, más pronto que tarde, conflictos tan inevitables como irresolubles (hasta la reunión del grupo en 2014, claro) entre el liderazgo musical de Andy Bell y el "social", interpersonal de Gardener: era el que daba titulares y salía en las revistas. Fue incluso portada de NME. Como es obvio, este protagonismo no le sentaría nada bien a Bell, y mucho menos las tensiones al grupo, que pronto entraría en declive, no por falta de calidad, sino de unión, "que hace la fuerza", componiendo cada uno su parte en lugar de realizar el brainstorming excitado y titánico que (imagino) daría lugar a...
  
Seagull, aún más brutal que el corto homónimo de Cyanide and Happiness, es como cruzar un tsunami nadando por debajo, la batería la toca un pulpo.Al final rompe. Ya habían tocado el cielo con sus EP's anteriores, ahora se trataba de atraparlo.

Vapour Trail, sobre todo en acústico, supone -para las almas románticas- regresar a la infancia que nunca volverá, cuando buscábamos la plenitud en el futuro y no en otro mundo, al desconocer todavía la ineluctable finitud, la imperfección de lo terrenal.

No sentíamos tan lejana la felicidad, victoria final de nuestras sufridas almas caídas: bastaba con que pasasen un par de años. Pero esa perfección llegó hecha trizas, en pequeños suspiros de gloria: amores que se tenían por perdidos, discos como éste. Y por lo demás tenemos un mundo contradictorio.  Sigue siendo una hermosa representación, pero ahora puedes ver a través del telón, donde la mugre se acumula. Los ideales no eran más que eso. Los imperios son oscuros, los reyes también se sientan al trono.

Cuando algún representante de esa secta milenaria que critica todo lo novedoso, y ya diera nombre, de puro escozor, al barroco o el impresionismo, vio por primera vez a alguien con la mirada fija en el suelo mientras tocaba, imagino que debió de darle un vuelco al corazón.

Y cuando decidieron, reunión secreta en unas catacumbas mediante, llamarle shoegaze a esa escena incipiente, por su uso reiterado, quizás neurótico, de los pedales de efectos -colocados en el suelo, lo que les obligaba a bajar sus cabezas-, jamás pensaron que llegarían tan lejos. No en un sentido de éxito (nunca, ni en sus más recientes revivals, saldría del underground; y de hecho sería aplastado sin piedad por el britpop que estaba a la vuelta de la esquina, y hasta ese momento había sido también eclipsado por lo que Cobain, entre otros, traían de América, etiquetado como grunge); no en cuanto a éxito sino a calidad artística.

Las connotaciones evidentes de timidez, apatía y debilidad de su postura, como cuando tienes cinco años y tu profesor de Sociales te regaña, debió de generar indiferencia y burla en un primer momento, cuando aún no se sabía que, en realidad, se estaban elevando, en una primacía innegociable de la experiencia mística sobre la interacción con el espectador.  Para dar botes sobre el escenario ya había un montón de artistas dudosos y rockeros sudorosos ofreciendo poco más que eso. Ellos (Slowdive, My Bloody Valentine, Ride, Chapterhouse) querían transportarte, y, en el peor de los casos, reventarte los oídos con la distorsión. Culpa tuya: en los conciertos de My Bloody Valentine, por ejemplo, se repartían tapones.

Resumir el estilo no debería ser difícil, si se tienen a mano un buen puñado de sinónimos de etéreo. En los casos más radicales, la voz, transformada en hondos suspiros entre lo dulce de la belleza y lo amargo de la pérdida, es transformada en un instrumento más, y todos ellos se funden en un todo, naciendo un sonido nuevo, líquido.

De todos modos, Ride no fueron quienes más lejos llevaron estas premisas, y lo descrito en el anterior párrafo aparece en Nowhere como intención, tendencia; pero no como algo consolidado. Luego incluso se pasarían al "lado oscuro" del britpop y las peleas internas, y separarse fue lo mejor para todos:en la búsqueda de una mayor comercialidad, perdieron su esencia (escuchar Like a Daydream o Close your eyes), y ni siquiera lograron un éxito en ventas.

Después de un par de buenos intentos en formato corto como Play o Fall, antes de un CD con canciones poderosas todavía como es Going Blank Again, Nowhere constituye el epicentro artísitico en la trágica historia de Ride: cuando estaban en la cresta de la ola.

Aunque es un disco que acaba perdiendo fuerza con las escuchas, siempre nos quedará su belleza nostálgica, que a unos remitirá al sentir húmedo y cálido del primer beso, a otros al último; o a aquella Navidad  olvidada, cuando miraba por la ventana esperando la triunfante llegada del capitalismo, vestido de rojo y volando sonriente por el cielo nocturno.

O quizás sentarse en la arena de la playa, en la orilla de todas las orillas, cara a cara con el insondable misterio del océano que vence a la tierra y retrocede para hacerlo una vez más, y rompen las olas, epítome de lo furioso y lo inagotable, mientras la tormenta cae. Te metes en el agua porque se está más caliente que fuera.

Sí, eso es escuchar Nowhere: hacer el muerto, suspendido en el agua, en medio de una tempestad, sobre el rugido de las profundidades. Una gaviota se posa a tu lado y vuelve a empezar.

Sigue pareciéndome extraño que Oasis no volviera a despegar tras la llegada de Andy Bell. A fin de cuentas, era un compositor tan bueno como Noel Gallagher (podríamos comparar Live Forever y Vapour Trail, Perfec Time y Morning Glory, Champagne Supernova o All Around the World con Leave Them All Behind).


Disfrutad.

PUNTUACIÓN: 9

Seagull: 9,5
Kaleidoscope: 8,5
In a different place: 9
Polar Bear: 8,5
Dreams Burn Down: 9
Decay:8
Paralysed:8,5
Vapour Trail: 9,5

Si te ha gustado, escuchar: Smile (1990), recopilatorio de algunas de sus primeras canciones, incluidas Like a daydream o Close your eyes, mencionadas en el post.




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