lunes, 21 de diciembre de 2015

¿Cómo se hace un periódico?

                                

                                  Título: Primera Plana (The Front Page)
                                  Año:1974
                                  Duración:105 minutos
                                  País: EEUU
                                  Director: Billy Wilder





Ahí va una (anti) crítica que podría suscitar muchas críticas, un comentario más cuadrado que redondo a la comedia periodística Primera Plana.
Si hay bastantes formas patéticas, egocéntricas y perniciosas de analizar una película, desde luego una de ellas es ponerse a repetir las frases y diálogos que más te hayan gustado como espectador.

-“¿Qué te parecen esos titulares?
(Williams dances on air, entre otros)
-Todos son una birria. Lo malo es que no se le puede sacar mucho partido a la horca. Si por lo menos tuviéramos silla eléctrica en este estado…Williams en alta tensión. Williams se fríe. Williams asado vivo…”

También hay bastantes formas patéticas, egocéntricas y perniciosas de ejercer el periodismo, una de ellas es la que aparece en Primera Plana:-“Necesitamos las últimas palabras de Williams mientras sube los trece peldaños. Algo con mucha garra. Si quieres te lo inventas.”
 “-Por eso eres un buen periodista. Porque estás en el lugar y el momento oportuno.
   -Pero nunca en casa”.

“-Voy a ser la envidia de todos los periodistas. Un atajo de pobres diablos con los codos raídos y los pantalones llenos de agujeros que miran por la cerradura, que despiertan a la gente a media noche para preguntarle qué opina de fulanito o menganito, que roban a las madres fotos de sus hijas que han sido violadas en los parques para hacer las delicias de un montón de dependientas y amas de casa, y al día siguiente su reportaje sirve para envolver un periquito muerto”.

Venga, una más (que esto es un vicio) y empiezo en serio:
“-La muerte de ese policía forma parte de una conspiración anarco-bolchevique que pretende socavar nuestras instituciones democráticas.

Williams no es un loco. Es un infeliz que ha tenido la mala suerte de matar a un policía de color en un año de elecciones.”

Y una última de regalo para las fotos provocativas, más o menos sexualmente explícitas que cuelgas en Instagram: “que el viento te impulse , pero no te derribe”.
Hablando en plata, Primera Plana son un puñado de periodistas decrépitos, machistas y retrógrados, tipos asquerosos en general y por vocación que se sientan en una mesa a jugar a las cartas y le tocan el culo a la señora de la limpieza (intenté buscarle un término menos machista a la pobre limpiadora y me salió un montón de porno).

Por la ciudad y los escenarios se pasea un asesino que no es sino la excusa para mostrar la incompetencia de nuestras instituciones y todo lo que creíamos más sagrado: los políticos (representados por el sheriff, personaje lamentable que cierra burdeles la semana antes de las elecciones para ganar el voto de las familias); la policía, que aquí tiene más peligro que el asesino; el psiquiatra obsesionado con los símbolos fálicos y sobre todo, sobre todo los periodistas: Williams sale de su escondite, todos los medios están ahí para verlo, y cada uno cuenta lo que le apetece en una innecesaria espectacularización de hechos ya de por sí espectaculares. El morbo vende más.
Unos periodistas que crean y esconden las noticias según les convenga, y agitan la realidad hasta que caigan monedas.

La ironía de esta película es tan brutal y etorcida que puede desquiciarte: el amoral, saulgoodmaniano* Walter Burns da conferencias sobre ética en la Universidad de Chicago después de estropearle la boda a su mejor redactor, sublime la última escena del reloj. El periodismo como una secta en la que si entras ya no saldrás nunca, teniendo que renunciar a todo lo dulce de la vida; bajo la dictadura del LID y la pirámide invertida (nadie se lee el segundo párrafo, nadie se ha dado cuenta de que me salió un pareado).

Y además me invento palabras, porque como he visto entera Breaking Bad, y ahora estoy comprobando que la genialidad no se acaba en Better Call Saul, me lo puedo permitir. Y encima hablo de series que no vienen a cuento. Verdaderamente, esto es una chapuza de análisis, un despropósito desprovisto de propósitos; palabras, palabras, palabras, dijo Hamlet. Cuando son sólo letras que se unen, es que algo falla. Juntar letras no es periodismo.

Afortunadamente, no todo este oficio es patético, egocéntrico y pernicioso, ni todos los comentarios de películas. Pero desde luego éste sí. Alguien debería hacer una dura crítica a la crítica de esta película.




                                                         Puntuación (The Front Page): 7,7
 *No os lo creáis si no queréis, pero goodmaniano ya existía, por un tal Nelson Goodman.

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