martes, 2 de mayo de 2017

Antoine de Saint- Exupéry: El Principito


Libro: El Principito
Autor: Antoine de Saint- Exupéry
Género: Novela corta para todas las edades.
Número de páginas: Menos de 100.
Año de publicación: 1943

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El Principito, obra más famosa de su creador, no sólo cuenta con una de las mejores dedicatorias de la historia de la literatura, sino que combina metáforas profundas con dibujos sencillos (de forma memorable al principio y al final del cuento), y se dirige a personas de todas las edades en una idealización de la infancia, época pura, en contraste con la madurez, algo así como un declive y dejarse ir.

Los adultos son unos seres extraños, ofuscados en nimiedades que sólo ellos consideran importantes. En cambio, tenemos a un niño ¿imaginario? de apodo Principito que viene de aquí, un pequeño asteroide, y ha aterrizado en la Tierra.

Apenas se había topado con más que arena hasta que encuentra a un hombre, varado tras su accidente de avioneta. El "náufrago" ejerce de narrador; y podemos dar por hecho que se trata de Exúpery, pues fue piloto, e incluso padeció un accidente similar en el Sáhara durante la Segunda Guerra Mundial.

Ambos entablan amistad, y el Principito le cuenta sus historias a través del espacio, cuando descubrió que lo más difícil es juzgarse a sí mismo, o que es nuestra culpa si ordenamos cosas que no se pueden cumplir.



 El hombre de negocios, atareado

Conoció al hombre de negocios, que se dedica a contar cosas, porque ya no es sólo que sus sumas no tengan fin, es que ni él mismo sabe lo que está contando.

Ha llevado tan lejos el sentido práctico que sus prácticas ya no tienen sentido; sólo trabaja con números. Me recuerda al viajero que quiere recorrerlo todo tan rápido que no se para en nada, y no ha estado en ningún sitio.

El Principito también conoce a otras "personas mayores"... y las critica como entes ensimismados, sólo preocupados por su yo.

Bestias humanas anónimas que, sin darse ni imaginarse a los demás, viven en planetas aparte; y están felices de sentirse reyes o triunfadores, pero lo son de una sombra pequeña frente a la infinidad de todo: es ridículo.

Siete mil millones de reyes que intentan gobernarse a sí mismos en el desgobierno de lo demás, siete mil millones de vanidosos esperando que atiendan su sordera.

Y los asteroides como símbolo de la conciencia: estos individuos no salen de sí, el Principito, en cambio, intentando entender a su rosa ha abandonado la zona de confort, y busca en el otro lo que no encuentra en sus propios pensamientos: cómo tratar a quien quieres.



De izquierda a derecha: el farolero, el rey y el vanidoso

Existe en aquel desierto un pozo, apenas visible desde la superficie, pero que te puede proporcionar, en la agonía de tu sed, un agua cristalina y pura como besos en la frente: "lo que veo aquí, sólo es una corteza. Lo más importante es invisible...".

Pero la metáfora crucial del libro (según yo lo siento), es la que parte de la rosa que vive en el asteroide con el Principito.

 Ella es orgullosa, se cree más bella que ninguna (aunque en realidad existen miles superficialmente indistinguibles, en otro lugar), y ha dejado crecer espinas aunque sean inútiles y dolorosas, es egoísta y peca de vanidades, te odiará si afirmas que se han dado existencias por encima de la suya.

La rosa, en realidad, fue escritora, se llama Consuelo y era la esposa de Antoine. A buen seguro se acordó de ella durante su difícil experiencia desértica. El Principito/ Antoine no entiende muy bien a la rosa, es muy joven para saber amarla, así que marcha.

Conocerá a un zorro que será su maestro espiritual y le iniciará en la dedicación a los demás; como forma de distinguirlos, distinguirnos y escapar de la monotonía de nuestras vidas: esferas azarosas que giran sin saber muy bien a dónde, rodeadas de un telón oscuro en tres dimensiones.

El tiempo que dedicamos a las personas y las cosas las transforma y nos transforma.

Partiendo de la base de que lo sucedido entre el niño espacial y la planta rojiza es una alegoría válida para cualquier amor, podríamos reflexionar sobre las dos maneras de vivirlo: buscar experiencias rápidas y placenteras en personajes ¿puedes llamar persona a quien no conoces?, o partir de alguien en concreto y elevarse o caer, con mucho esfuerzo.

 Hay quien trabaja el amor horizontalmente (recorriendo grandes espacios, codeándose con cientos de flores sin saber qué flores son), o verticalmente (descartar temporal o eternamente lo demás y escalar y alejarse).

"En tu tierra -dijo el principito- los hombres cultivan cinco mil rosas en un mismo jardín... y no encuentran lo que buscan... Y sin embargo, lo que buscan podría encontrarse en una sola rosa o en un poco de agua... Pero los ojos están ciegos. Es necesario buscar con el corazón."

Una reflexión interesante para estos tiempos de "abundancia social" en los que todo el mundo está a un click de todo el mundo, y cada uno expone a los otros una sombra distorsionada y hueca de lo que es; peor todavía: de lo que significa ser.

Y nos dejamos llevar, y caemos en un circuito de carreras, y dejamos de (...) Eso sí, Antoine avisa: sentir puede llegar a ser duro, sentir hace llorar.


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Fotografías extraídas de Photopin, créditos:
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B612 - O Pequeno Príncipe/Le Petit Prince</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/">(license)</a>

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Acendedor, Rei e Vaidoso - O Pequeno Príncipe/Le Petit Prince</a> via <a href="http://photopin.com">photopin</a> <a href="https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/2.0/">(license)</a>

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