miércoles, 22 de junio de 2016

¡POLICÍA!


Carlos, Juan Carlos y Miguel charlan amistosamente, sentados a lo largo de una mesa, mientras miran la televisión y juegan una partida de cartas. Vuelan moscas, no se proponen cazar ninguna; la situación parece confusa, no para ellos que ya la han vivido mil veces. Mañana serán elecciones. J.C. cambia de canal cuando llegan los anuncios; el rey, que se llama igual que él, abdicó: Borbón y cuenta nueva. Afuera hace un calor de mil demonios y caen derretidas las farolas. Miguel sirve vino. Una copa o dos, -les dice a sus invitados-, no es mala en absoluto. Se forma una cascada púrpura en sus adormecidas gargantas. -Buena, la primera- bromea Carlos, -la segunda, ya tal.-

Carlos susurra al intento de tocayo que tiene a su izquierda: "son las seis, ya toca"; y antes de que esas palabras silenciosas caigan al suelo ya lo está cruzando Miguel; deslizando sus pies sobre las baldosas blancas y negras con precisión de cirujano, porque todos los días son los mismos diecinueve pasos hacia la puerta. -Voy a ver quién es- declara a sus calmados visitantes y amigos, que se sirven más vino y miran de reojo a Miguel hablar solo y caminar por el pasillo, gesticulando mucho, como si le razonara algo a alguien. Cinco minutos después, ni uno más ni uno menos, el sexagenario vuelve a sentarse.

-¡Quería ponerme una multa! Ya le he contestado que debe ser un malentendido.
-¡Y vaya si lo es!- contestan sus colegas.
Beben la tercera.

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