martes, 12 de septiembre de 2017

The Secret of Monkey Island y la muerte de las aventuras gráficas




Videojuego
Título: The Secret of Monkey Island (Special Edition)
Año: 1990
Compañía: LucasArts
Plataformas: Atari ST, Windows, Xbox360, Iphone
Plataforma comentada: PC
Precio: 9,99 euros

Dividiré esta reseña en dos partes, una que reflexiona sobre el tiempo que ha pasado desde 1990 y otra que destripa de mala manera el argumento de esta obra maestra del entretenimiento y la parodia. Empecemos por lo primero y seamos francos: hay quien considera a The Secret of Monkey Island, (nombre que nunca se tradujo al español, y no voy hacerlo a ahora para ganar unas visitillas), como uno de los mejores videojuegos de la historia. ¿Realmente lo es? ¿O simplemente puede la nostalgia  a quienes lo jugaron en su infancia? ¿Sigue siendo divertido hoy día, casi 30 años después?

Respondiendo pregunta por pregunta, es un videojuego sobresaliente, sin duda. Luego la subjetividad de cada uno puede alzarlo más o menos décimas, según gustos. Quizás sea algo descabellado decirlo hoy, pero desde luego por 1.990 no habían salido al mercado muchos títulos a este nivel, que en ese momento no era sólo genial sino también moderno. Ahora en su edición especial puede rejugarse con gráficos cartoon, recordando un poco, entre ese humor sorpresivo y el estilo de dibujo, a South Park.

Y sí, hoy sigue siendo divertido, pero no tanto por la jugabilidad en sí, que algunos jugadores pueden encontrar algo tosca, sino por la historia. Es decir, este juego es brutal porque los personajes son tan buenos y redondos que los metes en un edificio y te sale una sitcom increíble. 






La historia es imperecedera, lo que ha envejecido es el desafío, pues cambió la sociedad y su paradigma tecnológico. Vivíamos en islas. No resulta complicado imaginar la emoción de un par de chavalines que tenían el juego y cada día en clase comentaban sus lentos avances. "Pues yo ya he conseguido llevar el grog hasta la caverna"; "¿cómo se abre la puerta pirata? ¿Ah, es ASÍ?!" 

Y flipar. Porque las soluciones a los puzzles son a menudo una locura atroz. Un juego para desarrollar el intelecto de los tarados, los fumados y toda clase de genios. 

Hubo una época en la que las aventuras gráficas eran experiencias "atrapantes". ¿Morirse en un plataformas o un juego de acción? Bah, sin más. Lo realmente jodido era pasarte una semana rayándote porque no sabes cómo encontrar el camino a la cueva del mono gigante. Atracción, inmersión.

 Este tipo de juegos dominaban el panorama. Ahora han perdido su maligno poder porque cualquiera puede acudir a una guía en Internet, y basta que alguien en Sidney se lo haya pasado para que te lo explique punto por punto.

De hecho, en la edición especial de este juego los diseñadores han aceptado esta situación y se han "rendido". Si presionas H en cualquier momento del juego, se te darán pistas cada vez más detalladas. Así que o alguien tumba Internet o nunca volverán las aventuras gráficas sobre los shooters y otros géneros.




Y sí, comienzan los spoilers. Lo mejor de la historia no es la historia en sí y los tópicos que representa, sino cómo influyen de forma directa en la jugabilidad. El protagonista, con un nombre tan jodido que aún ahora tengo que buscarlo (¡Guybrush Threepwood!), afirma como su mayor talento aguantar diez minutos bajo el agua. Cualquiera diría que es la típica fanfarronería de pirata machirulo. Qué va. Realmente hay un puzzle bajo el agua y... espera diez minutos a ver qué pasa. 

¿Que los piratas son famosos por sus brebajes nauseabundos? Pues aquí sólo superas un desafío si se te ocurre utilizar tu bebida pirata para oxidar una cerradura. ¿Que hay un vendedor estúpido? Pues debes utilizar en su contra su propia estupidez, en el para mí mejor momento del juego. 

Gráficos rediseñados de la edición especial


Gráficos de la edición original

Pero lo mejor es cómo todo, absolutamente todo el juego, es el mayor absurdo (MacGuffin, se les llama) que he visto nunca en una narración. Al menos, en una de piratas.Ya no es solo que termine el juego y sigamos sin saber cuál es el secreto de Monkey Island. Es que cada capítulo es pura desfachatez argumental. Y mira que cuesta pasarlos... 

Es decir, después de tanto esfuerzo por superar las pruebas piratas, las terminas y no queda ninguno en la isla. Tanto problema por encontrar la guarida de Le Chuck y al final cualquiera accede a ella sin problemas. Horas y horas de esfuerzo para salvar a la princesa... para que esto no sea el Mario Bros, esté empoderada y se salve ella sola. El cóctel vudú de raíces, otro tanto de lo mismo; al final basta una cerveza. Aparecen los créditos y lo único que se ha logrado es que el jugador pase un gran rato, ría y se sorprenda con monos de tres cabezas o caníbales que le temen al colesterol. Eso... es muy grande.


NOTA: 9,2
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