jueves, 1 de febrero de 2018

The Disaster Artist y la humanidad


Película

Título: The Disaster Artist (sin traducir)
Director: James Franco

Duración: 106 minutos
Año: 2017


Hace unos meses, os traía The Room, considerada una de las peores películas de la historia. Pero el asunto no se queda ahí, puesto que James Franco ha dirigido otra, The Disaster Artist, que reconstruye aquel monstruoso rodaje. 

 Las anécdotas, bromas espontáneas y demás se me han olvidado ya, después de tantas semanas con esta página aparcada a un lado; así que hoy solo voy a pediros un ratito para reflexionar sobre la eterna humanidad de Tommy Wisseau. 

Él y Greg Sestero representan dos tipologías distintas de gente que no triunfará jamás (al final lo consiguen, y es precisamente el milagro lo que les convierte en noticia). Sin poseer ninguno de los dos una fina hebra de talento interpretativo, el primero no se esfuerza en disimularlo; al segundo su consciente pequeñez le ha hecho tímido.

Pero hay algo con lo que Hollywood, y tampoco esta vida tan perra, no contaban: los bolsillos llenos de billetes de Wiseau. Y su insistencia tan al borde de la idiotez. Wiseau es paciente como un borrico empujando un muro a ver si abren. Así que, cuando le dijeron que no triunfaría ni en un millón de años, su contestación solo podía ser: "¿y después de eso?"

Un tipo que se cree culto por leer a Shakespeare, sin hacer más méritos; y piensa que actuar con dramatismo es gritar fuerte ahora, y después más fuerte todavía. Porque Wiseau sobreactúa en todo momento, no solo frente a cámara: cuando su mejor amigo le confiesa que se marcha a vivir con su nueva novia, y gime y padece que ni Cristo traicionado por Judas; cuando pide un baño para él solo en el set de rodaje, creyéndose poco menos que Santa Madonna.

Wiseau, un tipo que escupe con insolencia sobre cualquier manifestación del arte; pero al mismo tiempo encarna esa estupidez tan dulce que todos somos de pequeños, unos más y otros menos, esa existencia puramente narcisista, vivir tan atrapado en uno mismo y sus percepciones subjetivas como para no ver el precipicio bajo nuestros pies.


Tráiler de la película

Las sucesivas caídas te acercan a la edad adulta y te hacen más precavido. ¿Es la actitud correcta, en realidad? ¡Pues claro! No es muy recomendable irte a vivir muy lejos con un señor mayor que no sabes de dónde saca el dinero y sufre de sueños mesiánicos extraños.

Pero, a pesar de todo, qué alegría saborear la pirueta como una piruleta de estos tipos que compraron todas las papeletas para el Armagedón y les llegó la paz. Pura chiripa.

Así que Wiseau encarna el deseo desesperado que conservamos muchos por ser los reyes del mambo, sin apenas esfuerzo y habiéndolos mejores, porque sí, porque yo lo valgo y yo lo quiero. A los 48 años no había salido todavía del vientre de su madre, y pensaba que tendría siempre todo a su alcance. Por supuesto, también la fama y el prestigio. 

Suerte tuvo que consiguió popularidad, aún a costa de convertirse en el hazmereír de miles de personas. En cualquier caso, que le quiten lo bailao: ahora él ríe el último vendiendo gallumbos y camisetas serigrafiadas "Whyyy Lisa, whyyyy" a quince pavos en su página de Internet.

Y sobre James Franco, pues que ha conseguido demostrarnos lo pequeñísimos que somos los seres humanos: egoístas, infames, malvados, idiotas. Y hermosos, enternecedores: si no, alguna deidad nos habría aplastado ya con un solo dedo.

 En definitiva: The Disaster Artist es una película sin grandes pretensiones pero tan humana como el Quijote. Tan humana que dan ganas de abrazarla. Así que, gente, no dejéis de luchar por vuestros sueños, aunque solo sea un poco, antes de ir a dormir. Eso sí: no miréis directamente a cámara. Queda fatal. 

NOTA: 8,9


No hay comentarios:

Publicar un comentario